El Banco Central Europeo, tal y como se preveía, ha decidido dejar los tipos de interés inalterados para la zona Euro en el 1,25%, y, lo que es más importante, ha dado a entender, a través de su Presidente, Trichet, que tampoco se verán modificados en la reunión de junio.
Esto es una gran noticia para la economía europea que respira tranquila después de un par de meses ahogada por la expectativa de subidas de los tipos de interés, la cuál estaba provocando un incremento vertiginoso en el Euríbor y una contracción, por tanto, generalizada del crédito, lo que provocaba que lloviera sobre mojado, ya que justo cuando los bancos parecían comenzar a abrir, muy ligeramente, el grifo del crédito, la subida de tipos provocó una contracción de la demanda efectiva y el volver a empezar de nuevo.
El hecho de que los tipos de interés para la zona Euro no suban ahora, ni en junio, hará que el Euríbor mantenga cierta estabilidad en estos dos meses, beneficiando así a las familias hipotecadas que tuvieran que revisar su hipoteca en estos momentos, a las que tuvieran que solicitar una nueva y a las empresas en busca de financiación para sus proyectos.
Y es que la expectativa de inflación sobre la que se basó el BCE para incrementar los tipos de interés en su reunión de marzo estaba fundamentada en cuestiones circunstanciales y coyunturales que no justificaban una decisión estructural como la de modificación de los tipos de interés, especialmente en un momento de ligera recuperación económica que se vio y se verá afectada por esta decisión.
Pero no toda la responsabilidad es del BCE, sino que los países miembros de la zona Euro deberían replantearse los estatutos del organismo de supervisión financiera y otorgarle obligaciones de anteponer el crecimiento económico del entorno europeo a la defensa a ultranza de la estabilidad de precios, de una forma similar a la Reserva Federal estadounidense.
