No crean que les voy a mostrar el camino por el arte de la magia.
No soy ninguno de esos “iluminados” al uso que repetidamente hacen cantinela, báculo en mano, para despertar a las conciencias que aún están agarradas al materialismo más cruel e inhumano que uno pueda imaginarse.
El camino mío, el que yo propongo, de aquí a nada, es como más inocentón, más de andar por casa; aunque su repercusión sobre las botas que llevemos para recorrerlo, pueda llevar aparejado el que al final del mismo tengamos que tirar “las valverdeñas de cuero” al contenedor de la basura.
De tanto pateo, no por otra cosa.
Que se necesita una caminata exhaustiva para poder recuperar el montón de votos que se perdieron en el limbo (cuando se mete la pata hasta el corvejón ya se sabe lo que pasa) Pero, en fin, tengamos confianza, porque para eso estamos en el camino.
Eso sí. Me agradaría tener compañía, y cuanta más mejor, en mi andadura por este largo camino de casi un año pero que parecen cuatro y de un hervor cansino y legislativo inusitado.
Ya se sabe que en plan solitario el camino es aburrido. Y lo que es peor: el que va por delante te puede tomar más delantera todavía.
De ahí, que se hace del todo necesario que los que juraron y perjuraron vuelvan a las andadas y me acompañen. Pero, sobre todo, más necesario se hace el que los compañeros y compañeras que siempre portan el manojo de llaves se unan en un codo con codo, dadas las circunstancias de especial relevancia social que vienen dándose en este póbrecito país, de meapilas, ladrones de guante blanco y mediocres de médula al timón del barco. Que nadie sabe lo que está oculto en la agenda del gallego (de Santiago de Compostela la gastada agenda y la avaricia del faraón, de palique de catecismo y de cordero el caparazón…)
A éste se le ve la oreja, dirán algunos, aludiendo al diccionario de la RAE
Pues miren ustedes: el que suscribe acaba de comprarse unas orejeras en un chino, y la verdad es que no atino con ninguna de esas veredas que se salen en plan recovecos para luego reintegrarse, como dios manda, a la senda original.
Ya solamente distingo el camino, y por el camino me rebelo con todo y contra todos, como decía Jeanette cuando lo de los Pic-Nic: “porque el mundo me hizo así”.
Y no comprendería, como nunca he comprendido, la vulgaridad del barón extremeño, la soberbia de la baronesa andaluza y, sobre todo, la actitud que mantienen ante el socialismo los que creyéndose poseedores de la verdad absoluta (léase don Felipe y Alfonsito) le siguen haciendo la reverencia al retroceso.
Así que, déjenme que vaya en rebeldía constante por el camino recto… junto a Sánchez, Iglesias y Rivera, que a última hora se me unieron.
