Más personas mueren de cáncer que de VIH/Sida, tuberculosis y malaria juntas en los países empobrecidos. Se ha extendido como una metástasis la creencia de que la enfermedad sólo perjudica a personas de los “países desarrollados”. Esto limita los proyectos y las donaciones para desarrollar tratamientos en los países empobrecidos. Así lo expone la periodista Joanne Silberner en una serie de cinco reportajes para el Pulitzer Center on Crisis Reporting.
“La creencia era la siguiente: la gente en los países en desarrollo no vive lo suficiente para enfermarse de cáncer; el diagnóstico y los tratamientos son demasiado elevados y demasiado difíciles de llevar a zonas de bajos ingresos; no hay forma de mantener equipos médicos sofisticados fuera de grandes hospitales modernos”, explica Silberner.
Expertos en salud global han ayudado a desmontar estos mitos y a desarrollar programas de investigación y de tratamiento en distintos países, desde pruebas y medicinas a costes reducidos hasta programas de sensibilización para acabar con los estigmas que disuaden a muchas personas a la hora de buscar tratamiento.
Cita el caso de Uganda, donde las mujeres con cáncer de mama esperan a que el cáncer se haya extendido por todo el cuerpo para evitar que les extirpen un pecho y las dejen sus maridos. “Así morirán de todos modos”, explica la periodista.
Silberner cuenta cómo el médico Jackson Orem era, hasta hace poco, el único oncólogo en Uganda, con 30 millones de personas. Expone también las dificultades que tienen las mujeres haitianas para acceder a los tratamientos contra el cáncer de mama y cuenta cómo una prueba de bajo coste para detectar el cáncer cervical en India ha salvado miles de vidas.
En los países empobrecidos, uno de cada cuatro casos de cáncer tienen su origen en infecciones comunes que se complican por una sanidad inadecuada y falta de higiene. La falta de acceso a la morfina impide evitar sufrimientos innecesarios a los pacientes terminales.
Existen expertos en oncología que buscan fondos para poner en marcha centros de medicina especializada en países empobrecidos con deficiencias en el diagnóstico y el tratamiento de una enfermedad tan devastadora. Reportajes como los de Silberner pueden animar a estos expertos y a posibles donantes a aprovechar sinergias y dar el primer paso. Entonces podremos recordar que el periodismo puede ayudar a mejorar vidas.
Carlos Miguélez Monroy
Periodista, coordinador del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)