El cancionero popular formado por las estrofas de nuestros sentimientos, intenciones, deseos, sueños, está sufriendo un cambio, o al menos, pienso que ha de sufrirlo.
A mi alrededor observo unos medios de comunicación sesgados y que siembran en las personas aquello que sin duda en algún momento brotará como desesperación, impotencia, apatÃa, falta de ganas. Y me pregunto a mi mismo, ¿es todo eso real? ¿Realmente las cosas son tan malas y tienen tan poca posibilidad de aclararse estos dÃas grises? Me resisto a creerlo, y explicaré por qué.
Desde que tengo uso de razón, he creÃdo que los medios de comunicación, empresas privadas financiadas por ciertos sectores, no son en el fondo más que herramientas de propaganda usadas para condicionar a las masas que las observan, para sembrar, como digo, ciertas ideas en los individuos que, reducidos a una mÃnima porción del total, no valen nada, o al menos eso quieren hacernos creer.
Viendo lo visto, podrÃa decirse que todos se han puesto de acuerdo para no cuestionarse las cosas, para hacernos creer que el buque navega en la dirección correcta porque la confianza de los mercados parece ser que vuelve siempre que se toman medidas contra las personas. Y, ¿qué medidas son éstas? Pues por ejemplo dar facilidades a los contratistas para que puedan despedir de un plumazo a cualquier trabajador, que puedan firmar contratos de mierda en los que apenas te van a asegurar por unas horas, dejar en manos de empresas privadas la gestión de ciertos servicios que han sido públicos hasta la fecha, y que a mi entender asà deberÃan seguir siendo, pues un derecho del ser humano como es el poder ir a un centro sanitario en el que lo atiendan independientemente de sus ingresos o de si puede o no pagarse un seguro, deberÃa brindarse a cada uno de los ciudadanos, y deberÃa ser un servicio ofrecido, no por las empresas, que buscan únicamente lucro económico, sino por el Estado.
¿Por qué digo que los medios de comunicación se han confabulado? Muy sencillo, porque no cuestionan la incendiaria frase lanzada por ellos mismos de “el representante del euro grupo afirma que España va en el buen camino gracias a las medidas que está tomando, que los mercados, gracias a esto, tienen confianzaâ€, porque permiten que pensemos que debamos anteponer lo que desean los mercados al bien común, que somos todos y cada uno de nosotros, y que esos, los mercados, son gente con dinero depositado en un lugar porque le es rentable, pero que se lo llevará a otro en cuanto la rentabilidad baje. Y mi pregunta es la siguiente. Si antes que todo eso ya estaba el hombre, el ser humano, la Tierra, el planeta, ¿por qué lo único que importa hoy en dÃa es satisfacer a esas instituciones que en su dÃa fueron creadas para facilitar la vida a aquellos que las crearon? Efectivamente, aquà está el dilema. Satisfacer a aquellos que las crearon, pero tan solo a esos pocos. ¿Y el resto?
Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa se habÃa convertido en un campo lleno de escombros, pero algo trascendental ocurrió. De repente se dio cobertura sanitaria universal y gratuita a todo el mundo. ¿Cómo fue posible que estando en ruinas se pudiese cubrir algo como es la sanidad gratuita, pública y universal? Muy sencillo, porque la empatÃa impera entre los seres humanos, y en medio de un paisaje tan desolador en el que por doquier habÃa personas que habÃan perdido todo lo que tenÃan y en muchos casos a todos los que tenÃan, todos nos sentÃamos identificados con todos, y lo único importante era ayudar. Eso se consiguió. Y en Europa, a dÃa de hoy, contamos con unos sistemas de salud muy aceptables, si los comparamos con el que impera en EEUU, hasta hace poco la gran potencia mundial -¿a qué precio?-.
No quiero centrarme en el tema de la salud, puesto que es tan solo uno de los temas.
Comencé este artÃculo mencionando que el cancionero popular de valores aceptados ha de cambiar, y esto es lo realmente importante, pues mientras esa transformación no se dé a nivel de individuos, por mucho que intentemos cambiar las cosas, volverán a tornarse injustas. ¿Por qué? Porque lo que reina en el planeta Tierra es el egoÃsmo, el individualismo, y eso es un error.
¿Somos las personas tan injustas? No, no lo somos. Al menos no la mayorÃa. Pero andamos de acá para allá tremendamente atemorizados, ahogados por la situación actual, y no debemos permitir que un planeta que cuenta con el mayor avance logrado en su historia se convierta en un mundo en el que unos pocos cuentan con casi todo, y la inmensa mayorÃa ha de contentarse con unas migajas.
Hemos de replantearnos completamente nuestras aspiraciones, porque el engaño al que nos han sometido, la falsa ilusión fundada en la esperanza de algún dÃa llegar allà donde otros han llegado, es un motor demasiado fuerte para ser parado, pero es eso, una falsa ilusión. Gracias a que soñamos con un dÃa llegar hasta allà aceptamos que las cosas sean como son.
Y lanzo una pregunta aquà para todo el mundo.
¿Qué es más importante, la economÃa, los mercados, la deuda, o las personas que forman parte de un mundo cada vez más estrechamente comunicado y unido?