Un estudio a fondo de la debacle actual del PSOE exige, a mi juicio, entrar en una cuestión aparentemente secundaria y propia de una divagación teórica: ¿hasta qué punto el PSOE es actualmente un partido socialista? Esto supone dilucidar previamente si tiene alguna importancia la ideología socialista para hacer frente a la gravesituación de nuestras sociedades.
Sin embargo no parece esa la preocupación principal de la tendencia predominante en las bases del PSOE. En el “Manifiesto de las bases socialistas de cara al 38 Congreso Federal del PSOE” se utilizan términos tan ambiguos como el compromiso con sus ideales (sin que haya ninguna concreción de los mismos), la aspiración “a la transformación social por encima de todo, haciendo del poder un medio para cambiar la realidad y no un fin en sí mismo” y el deseo de que “política vuelva a ser una esperanza para la ciudadanía” y una referencia a la izquierda y al progreso que pueden resultar vacíos de contenido o simplemente significar un diferente grado de fanatismo y adscripción al pensamiento neoliberal en comparación con el PP.
Al tratar del cambio que estas bases del PSOE proponen para el PSOE, los integrantes de esta corriente son algo más concretos pero al mismo tiempo más alejados del problema de fondo de las sociedades contemporáneas (la disyuntiva capitalismo-socialismo). Así, señalan:
“… nuestro partido debe cambiar. Un cambio para hacer del PSOE un partido más abierto, más democrático y más participativo, donde la política sea un espacio de libertad y deliberación. Un partido que, frente a una realidad que nos aplasta, ofrezca un horizonte a nuestros ideales, utopías y esperanzas.”
En este propósito, a pesar otra vez de ambiguas referencias a utopías y esperanzas, se perfila la salvaguarda del aparato global del partido, por encima de la naturaleza del mismo, buscando las formas de atraer de nuevo el voto de los ciudadanos. La misma referencia a las utopías y esperanzas se alinea en la dirección de esa atracción electoral, sin plantear una solución real a algunos de los principales problemas económicos y sociales del capitalismo, mediante medidas (no utópicas) de tipo socialista. La apertura a la sociedad, el conseguir un respaldo electoral mayoritario, ha sido utilizado históricamente para justificar el abandono del socialismo y el desplazamiento hacia la derecha de la organización, por lo que si bien en la crítica situación actual, esta proximidad entre apertura a la sociedad y el abandono del socialismo puede ser discutible, debe darse prioridad a la definición ideológica sobre las estrategias y tácticas de atracción de la población.
Los gobiernos del PSOE, no sólo han cometido errores, han tenido comportamientos que muchos ciudadanos califican, en general acertadamente, como corruptos, han cambiado programas y objetivos con desprecio de la población (OTAN, privatizaciones, empresas públicas o semipúblicas para recoger subvenciones, …), sino que de hecho han sustituido el tradicional pensamiento socialista por el más antiguo pensamiento liberal y sus fraudes intelectuales y prácticos.
Es claro que el significado del socialismo no es tampoco unívoco y que en nombre del socialismo se han cometido numerosos atropellos. Sin embargo nuestra conclusión es que mientras las personas que se llaman o se consideran socialistas no reivindiquen los principios y apoyen medidas socialistas, su organización puede ocupar posiciones de gobierno, sus miembros ocupar cargos bien remunerados y abiertos a negocios de una u otra naturaleza, pero los graves problemas a que nos ha abocado el capitalismo financiero y los monopolios internacionales no harán más que agravarse.