Un estudio internacional revela que los cerebros de los primeros mamíferos evolucionaron para tener unos sentidos del olfato y del tacto más sofisticados. Los investigadores analizaron los fósiles de dos especies con más de 190 millones de años y observaron que las áreas del cerebro que controlan estos sentidos experimentaron un crecimiento más avanzado que el resto de zonas.
“Unos sentidos del olfato y del tacto más precisos podrían haber sido cruciales para que los mamíferos sobrevivieran y prosperaran durante la etapa más temprana de nuestra historia de la evolución”, explica Zhe-Xi Luo, uno de los autores del estudio e investigador del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh (EE UU).
El trabajo, publicado en la revista Science, analiza fósiles de hace 190 millones de años pertenecientes a dos de los géneros de mamíferos conocidos: Morganucodon y Hadrocodium. Ambos ejemplares, hallados en un yacimiento fósil del jurásico de China, tenían un cerebro mucho más grande de lo esperado para especímenes de su época y en comparación con su masa corporal.
Exámenes fósiles anteriores habían demostrado a los autores que la estructura nasal de algunos de los primeros mamíferos era bastante avanzada. Los resultados de esta investigación determinaron que una de las áreas cerebrales que más había crecido en Morganucodon y Hadrocodium era la responsable del sentido del olfato. Los expertos también observaron un aumento de la sensibilidad táctil y una mejora de la coordinación neuromuscular.
“Nuestros antecesores mamíferos no desarrollaron ese gran cerebro por la reflexión, sino por los sentidos”, manifiesta Luo. “Unos 190 millones de años después, los humanos pueden reflexionar sobre estas grandes preguntas de la historia natural y la evolución”, añade.
Tecnología, la pieza clave
Los científicos reconocen que la tecnología ha sido esencial para estudiar la anatomía interna de los fósiles sin dañar los cráneos conservados: “Habíamos estudiado sus las características externas durante años, pero sabíamos que el interior albergaba las respuestas”, manifiesta Timothy Rowe, uno de los autores del trabajo e investigador de la Escuela Jackson de Geociencias en la Universidad de Tejas (EE UU).
En concreto, los expertos realizaron tomografías axiales computarizadas (TAC) de alta resolución de los cráneos de Morganucodon y Hadrocodium para construir un modelo virtual de ellos. Los moldes se compararon con los TAC hechos a fósiles de otras 12 especies –como los reptiles primitivos llamados cinodontes (Cynodontia)– y a casi 200 especies de mamíferos modernos.
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Referencia bibliográfica:
Timothy B. Rowe, Thomas E. Macrini, Zhe-Xi Luo. “Fossil Evidence on Origin of the Mammalian Brain”. Science, Vol. 332, mayo de 2011. DOI: 10.1126/science.1203117
Fuente: SINC