“Hay que buscar su sentido profundo; y el sentido profundo es que los Pioneros de Rochsdale tenían, como Robert Owen, la ambición de transformar el mundo por la cooperación. Inmenso sueño. La aspiración de conquista: queriendo, con sus propios métodos propios, servir a sus miembros y a la colectividad entera, la cooperación tiende a conquistar y cooperativizar la organización económica y social del mundo” Paul Lambert
El título de este artículo “El cooperativismo como salida al cierre de las fábricas”, tuvo como disparador de la misma las expresiones, a nuestro juicio, adversos y agraviantes, vertidas por un dirigente político argentino al requerimiento de su opinión sobre esta importante y actual cuestión. Decidimos no formar una polémica, sino más bien, volcar nuestra postura.
¿Por qué cierran las fábricas en Argentina y en el mundo?
Claro que por razones diversas y múltiples orígenes, pero en su gran mayoría cierran o quiebran por incapacidad de supervivencia en un mercado globalizado altamente competitivo, economías dependientes y volátiles capitales financieros, todo ello en medio de crecientes corruptelas políticas, producto de la aplicación, precisamente, de políticas neoliberales, es decir, es el modelo de actuación de la oferta y demanda.
Entonces, el mercado es agresivo, está en su naturaleza, es su desenvolvimiento y en su génesis filosófica. En ese escenario, las empresas, sean éstas de raíz capitalista o cooperativa deben enfrentar los cíclicos sacudones de las crisis del modelo económico y financiero global como pueden, y muchas sucumben.
El nacimiento de las cooperativas rochdelianas (1844) tienen su impulso en las degradantes situaciones que representaron para los obreros el sistema fabril capitalista. La cooperativa es la antítesis de la empresa de capital, es en realidad su superación como organización de la producción social. Pero actuante en el esquema descripto más arriba, las cooperativas, no son inmunes a los vicios de una sociedad acotada por el egoísmo, la mezquindad y el individualismo.
Es menester entonces, que entendamos bien lo que aquí planteamos: las cooperativas, como resolución ante los cierres de empresas, y a favor de los trabajadores, resulta la mejor y digna opción, siempre y cuando esos obreros sean capaces de re-educarse en la nobleza de la cooperación como nueva relación, impregnen sus mentes y corazones de auto-disciplina organizacional para adquirir una consciencia solidaria forjada en el esfuerzo propio y la ayuda mutua.
Recordemos que el capitalismo se impuso al feudalismo a través de sus empresas porque-entre otras cosas-supieron sus promotores filtrar toda la vida social y reproducirlos a partir de los centros de altos estudios que lo presentaron envestidos de verdades científicas irreductibles, en realidad, muy bien enmascarados, afirmamos llenos de evidencias.
La humanidad está ante el terrible dilema de su propia supervivencia como especie debido a lo irracional que resulta en su aplicación la lógica del intercambio de mercancías como método de relacionamiento social, por tanto, el esfuerzo por construir un mejor mundo, es irrenunciable. También los obreros, organizados en cooperativas, deben proseguir sus reivindicaciones socio-económicas acompañando ese anhelo mejor.
Exclusivamente nos interesa enfatizar el contenido político-cooperativo de nuestras formulaciones en cuanto a que no pueden ni deben atribuirse malformaciones administrativas y de gestión a las cooperativas como si fueran un mal congénito. ¡No señores, equivocaron la vía de vuestras críticas!
Veamos la otra elección a la cooperativización de las fábricas cerradas, cual es la propuesta de que se las estaticen: los obreros continuarían en condición desventajosa pues seguirían siendo asalariados y empujados a enfrentar las precarias condiciones laborales y el frágil salario al igual que los docentes o empleados públicos en general. Estatización bajo control obrero no existe en la realidad, es un objetivo magnifico pero debe alcanzarse aún, es un anhelo.
Las cooperativas, por método propio, aniquilan las ganancias y colocan en un escalón superior en la relación de producción a los trabajadores: desaparece la figura del capitalista o la patronal. La relación antagónica capital-trabajo se esfuma.
Si las cooperativas no funcionan según sus valores y principios es perfectamente atribuible a sus asociados y directivos. Además no es imputable causales de ineficiencias empresariales a esos valores y principios, incompatibles a los subvalores capitalistas.
El método de retornos de los excedentes repartibles y la remoción de mandatos de consejeros y síndicos, son dos ejemplos de mecanismos que aseguran una democracia participativa real y concreta que ofrecen las cooperativas. Si no son aplicadas o recurridas a ellas en caso de deformación doctrinaria cooperativa, como ser corruptela o desarrollo de interés individualistas, deben buscarse en la cabeza de los asociados las causales de tal malformación empresarial cooperativa, y rápidamente enmendarlas.
Las empresas recuperadas por sus trabajadores no pueden olvidar -so pena de pagar un precio alto por ello-que el mercado será implacable con ellos, además de las frágiles normativas que pudieran favorecerlas. La burocracia acecha. La disputa es inevitable.
Las empresas capitalistas sucumben ante el embate de la lógica neoliberal, es la hora en que los trabajadores deben enfrentar el reto histórico de ser dueños de sus propios destinos, para ello, la mejor opción resulta la cooperativización de la organización productiva de esas fábricas cerradas.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!