También el deporte educa
El deporte estimula el rendimiento académico de niños y jóvenes cuando encuentran un entrenador que no sólo les enseñe a patear el balón, a bajarlo con el pecho o a driblar a los adversarios. La Fundación Marcet, que fundó el conocido futbolista español de los ’50 Javier Marcet, defiende la formación en valores por medio del deporte. El esfuerzo, la disciplina, el sacrificio, el espíritu de superación, el compañerismo, la generosidad, el respeto, la honestidad y la humildad para reconocer los propios errores contribuyen en la formación del carácter y la personalidad de los jóvenes.
Algunas de las universidades de prestigio en Estados Unidos y muchos departamentos de recursos humanos obtienen más información de los candidatos por sus aficiones, sus actividades deportivas y de servicio a los demás que por sus calificaciones. Como Harvard, Yale, Stanford y Columbia exigen excelencia académica como condición para admitir a cualquier candidato, buscan la diferencia en eso que dice una conocida canción: “¿a qué dedica el tiempo libre?”
En las solicitudes de admisión, le piden al estudiante que cuente las experiencias extraescolares que ha tenido en sus años previos de formación. Para entrar a Stanford, se le pide que describa sus principales actividades deportivas, de voluntariado y de trabajo. Además, cada interesado tiene que describir, en 500 palabras, una experiencia, un logro o un riesgo que haya asumido, o un dilema ético al que se haya enfrentado y que haya tenido un impacto significativo en su vida. También puede desarrollar un tema personal, local, nacional o internacional de relevancia que le preocupe, o que describa a una persona que haya influido en su vida.
En la Universidad Complutense de Madrid (UCM), un viejo profesor de la facultad de periodismo conserva las más de 20.000 fichas de los alumnos que pasaron por sus clases. No dejaba que ninguno se examinara sin presentar trabajos y sin pasar por su despacho para una breve entrevista donde les preguntaba por sus aficiones, sus aspiraciones y algunos antecedentes familiares que pudieran ayudarle a exigirles lo adecuado a sus circunstancias. Acostumbrados a que nadie les preguntara lo que pensaban, muchos se sorprendían al constatar que un profesor los escuchaba y que los llamaba por su nombre.
En muchas universidades y en entrevistas para puestos de trabajo se valoran las actividades deportivas, sobre todo las que se realizan en equipo porque suelen formar en valores de solidaridad, generosidad, compañerismo y de trabajo en equipo. Las lecturas, el perfeccionamiento de los métodos de estudio y la memorización de fechas y datos no juegan el mismo papel que el deporte a la hora de aprender a ganar y a perder, o de relacionarse con gente de diversas procedencias, sensibilidades y “clases” sociales.
Valoran también las experiencias de voluntariado y de entrega a los demás. Las personas capaces de aceptar a los demás porque se aceptan a ellas mismas soportan mejor la frustración, tienen empatía y una mayor capacidad para trabajar en equipo.
Muchos padres se obsesionan con las calificaciones y les infunden a sus hijos una competitividad que los convierte en seres individualistas y poco habituados a compartir. Limitan sus actividades extraescolares por la creencia de que perjudican el rendimiento académico, al que consideran la llave para su futuro profesional. Pedro Marcet, hijo del conocido futbolista y director pedagógico de la fundación, sostiene la tesis contraria: los alumnos que practican deporte con la guía de un buen profesor-entrenador obtienen mejores notas que el resto de sus compañeros.
Diversas instituciones que estudian los beneficios del deporte, como el Observatorio de Estudios del Comportamiento, el Instituto Universitario de Ciencias de la Actividad Física, así como la Universidad de Vrije (Holanda), confirman esta convicción. El deporte estimula las capacidades cognitivas de los niños, aumenta sus niveles de endorfinas y la conexión entre neuronas. Además, acaba con el sedentarismo que provoca obesidad y problemas cardiovasculares que afectan a cada vez más niños y jóvenes.
Para evitar la obsesión de tener en casa “al más listo de la clase”, conviene recordar que educere significa conducir, sacar lo mejor de cada persona. Con los profesores adecuados, el deporte juvenil contribuye en esa labor sin que aún tengan el reconocimiento social que merecen tantos educadores y entrenadores.
Carlos Miguélez Monroy
Periodista, coordinador del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)