En España las decisiones importantes las toma el Gobierno, y las leyes las hacen los políticos en el Parlamento; el problema es que ellos representan más a los partidos que a la gente. Por eso la gente siente que no tiene “derecho a decidir”.
El “derecho a decidir” lo tienen los partidos; y lo seguirán teniendo mientras no cambie el sistema electoral. Esto es así en el Parlamento español, y en el Parlamento catalán. En ambos la gente vota a ciegas y da un cheque en blanco a los partidos. Más si cabe en el Parlamento de Cataluña donde las circunscripciones son las provincias y las listas electorales de Barcelona, eran de 85 miembros. ¿Quién conoce a 85 personas multiplicado por 16 partidos igual a 1.360 candidatos?
Los catalanes, tantas veces adelantados en España, han dado el paso esta vez también para tener el derecho a decidir. Bien por los catalanes. Pero que los políticos no les hagan equivocarse, que no usen ese voto a ciegas que han recibido para conducirles a ninguna parte.
Para tener el derecho a decidir, la independencia puede no ser un buen camino en este momento: si no se cambia el sistema electoral en Cataluña, seguirá siendo una partidocracia. Independiente pero partidocracia. La solución para el derecho a decidir puede estar más cerca a través de la reforma del sistema electora que a través de la independencia. Una reforma del sistema electoral, reconociendo que los partidos siguen teniendo su importancia, deje a los votantes elegir candidatos individualmente, por sus méritos, en circunscripciones pequeñas o incluso unipersonales, donde sean conocidos, y que permita incluso recusarlos entre elecciones, si no cumplen.
En Cataluña, como en el resto de España el poder de decisión de las cosas importantes seguirá estando en los partidos mientras no se reforme el sistema electoral; y en esta línea, una vez puestos a reformarlo, interesa más hacerlo todos juntos, manteniendo la unidad de España para que mantenga su influencia en Europa, y no de manera independiente.
La independencia de Cataluña respecto de España, desde el punto de vista práctico, no le interesa a nadie: ni a España, ni a Cataluña ni a Europa. La prensa últimamente nos vende la idea de que España es la cuarta economía de la zona euro, detrás de Alemania, Francia e Italia. Quizá lo seamos, pero, ¿cuál sería el lugar que ocuparía España sin Cataluña?, y ¿cuál sería el lugar de Cataluña sin España? Estamos condenados a entendernos. Todos perderíamos influencia si Cataluña fuera independiente de España. Este argumento debería ser importante en el país del “señ” y del sentido común práctico para los negocios.
Lo mejor es centrarnos en que el “derecho a decidir” vuelva al pueblo, en donde siempre ha debido estar, y para ello lo más importante es reformar el sistema electoral; el español, y dentro de él, el de Cataluña, y reformar todo lo que sea necesario: ley electoral y la Constitución incluso.
Los partidos, sean nacionales o nacionalistas, son como empresas franquiciadoras, y como tales empresas se deben a sus consejos de administración; y sus miembros directivos son parte de la casta política, que hacen una cara en público y otra en privado, y en sus “cavernas” toman las decisiones en las que, unos y otros, siempre están de acuerdo en los puntos básicos: subirse el sueldo, colocar a sus amigos en las administraciones publicas y devolver favores a quienes les apoyaron en las elecciones.
No es cierto que no es posible meternos en el cambio del sistema electoral mientras estemos en la crisis; hay en España personalidades independientes que pueden liderar ese cambio, e instituciones europeas que pueden colabora, y socios europeos etc. El cambio no puede venir de los partidos que nos han traído hasta aquí.
Si estás de acuerdo con que hay que presionar suave pero firmemente para que se cambie el sistema electoral, comparte la idea con tus amigos en las redes sociales y promociona la petición de recogida de firmas que se adjunta. Tenemos un ejemplo reciente de que la presión popular lo puede conseguir, como en el caso de la aceptación por parte del Congreso de la toma en consideración de la iniciativa popular para modificación de la ley hipotecaria. Es un buen paso, pero si los que tienen que hacer las consideraciones siguen siendo los mismos, se habrá adelantado poco. Hay que seguir vigilantes. Entre todos podemos.
Y recuerda: si quieres que esto cambie, tu firma cuenta. Por la reforma del Sistema Electoral