De todas las extrañas criaturas que habitan en nuestros océanos, los caballitos de mar (hippocampus ingens) son uno de los más misteriosos y singulares. Esta diminuta especie es uno de los pocos peces que nada erguido, enrollando su rizada cola alrededor de las plantas para ayudarse a luchar contra la corriente. Además, en lugar de escamas, posee discos de hueso debajo de su piel y, en lugar de boca, usa su larga trompa para alimentarse del placton.
Pero, quizás, la mayor peculiaridad de esta especie es que son los varones quienes quedan en estado, transportando los huevos fertilizados en una bolsa situada en su vientre, nutriendo y protegiendo a sus retoños hasta que crecen.
A la captura de la especie
Pese a sus singularidades, una vez más, el ser humano ya ha desatado su voracidad sobre esta especie. De hecho, los caballitos de mar son usados frecuentemente por la medicina en China, Japón y Corea, pues se les considera útiles en tratamientos contra el asma, la disfunción sexual, la depresión y otras dolencias. Así, la demanda de caballitos de mar se ha disparado en las últimas décadas al ritmo de la economía china.
Las compañías pesqueras de todo el mundo suplen dicha demanda, o bien extrayendo directamente a la especie, o bien mediante su pesca accidental, utilizando redes de arrastre. Los datos apuntan que en el 2011 alrededor de 25 millones de caballitos de mar (70 toneladas) fueron intercambiados en el comercio internacional, por nada menos que 77 países. Además de la medicina, el destino de estos animales pasa por acuarios, souvenirs y hasta tentempiés.
A parte de la pesca, los caballitos de mar están amenazados por otras causas que tienen que ver con la destrucción de sus hábitats. De hecho, la especie habita en praderas marinas, manglares y arrecifes de coral en costas poco profundas, ecosistemas que son muy sensibles a la polución, al cambio climático y a otros impactos ambientales. Por ejemplo, el derrame de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, ocurrido en el golfo de México en el año 2010, destruyó los lechos vegetales marinos, y, como consecuencia, las ya amenazadas poblaciones de caballitos de mar descendieron enormemente.
Por otro lado, los caballitos de mar son especialmente vulnerables ya que son unos lentos nadadores, presentan una escasa población en los océanos del mundo y son monógamos, mostrando extremada fidelidad hacia su pareja. Estos factores hacen que si uno de los miembros de la pareja desaparece, el miembro restante tarde mucho en encontrar una nueva pareja.
Comercio Internacional
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES, en sus siglas en inglés) sitúa a todas las especies de caballitos de mar en su Apéndice II, reconociendo que estas están al borde de la extinción, a no ser que se controle su comercio. En este sentido, los países firmantes de la Convención acordaron reforzar el control de las exportaciones, concediendo los permisos de exportación, solamente cuando está claro que la mercancía no pone en peligro a las poblaciones naturales de caballitos de mar.
A pesar de todo, la extracción y el comercio ilegal de la especie continúa y, además, varios países han decidido no participar en la Convención. Como consecuencia, se han registrado algunos sucesos preocupantes, entre los que destaca lo ocurrido en Perú en enero del 2010, donde 25.000 caballitos de mar fueron confiscados de un almacén. Un ciudadano chino había planeado exportarlos a Japón, vía Hong Kong. Sólo un mes después, en Panamá, fueron descubiertos 20.000 caballitos de mar que se encontraban camuflados dentro de un cargamento de buche de charela (estómago de pescado).
Una especie enigmática
Las últimas investigaciones, combinadas con los registros comerciales y los registros en aduanas, muestran que las poblaciones de caballitos de mar han sufrido un rápido declive. Por su parte, pescadores y buzos han anunciado la desaparición de la especie en las áreas de costa. Sin embargo, hay aún muchas preguntas sin respuesta ya que es difícil estudiar a los caballitos de mar en su medio. Por ello, no se tienen datos de cuántos pueblan aún los océanos, cuántas especies nuevas de caballito de mar quedan todavía por descubrir y cómo funcionan sus inusuales hábitos familiares.
Estos interrogantes pueden ser resueltos si gestionamos y cuidamos nuestros océanos de manera consciente. Una cosa está clara: poblaciones robustas y numerosas de caballitos de mar son buenos indicadores de salud ambiental en nuestros océanos. Sin embargo, allá donde las poblaciones de caballitos de mar se encuentren en declive, debemos de prestar más atención a las razones de dicha situación y dedicar todos los esfuerzos a reducir las amenazas que se ciernen sobre estas fascinantes criaturas.
Algunas curiosidades
Los caballitos de mar no tienen dientes ni estómago, pero usan su largo hocico para absorber crustáceos y zooplacton.
La especie más diminuta de caballito de mar se denomina Hippocampus denise y tan sólo alcanza los 16 mm de longitud. Otros caballitos de mar pueden alcanzar los 35 cm en su madurez.
No son grandes nadadores, por lo que utilizan el camuflaje para escapar de los depredadores. Una especie emparentada con el caballito de mar, y que constituye el mayor exponente del camuflaje marino, es el dragón de mar foliado (fotografía), que posee largas prolongaciones en forma de hoja que salen de todo su cuerpo.
También como los camaleones, sus ojos pueden moverse de manera independiente el uno del otro.
Los adultos viven de 1 a 3 años, y tan sólo unos pocos de los huevos de cada puesta (que puede ser de hasta 2.000 ejemplares) sobreviven cuando abandonan la bolsa paterna.
Reportaje de Oceana
oceana.org