La tendencia natural del ser humano es caminar hacia la complejidad, tenemos una habilidad especial para convertir lo simple en complicado y difícil. Esto podemos aplicarlo a las relaciones humanas, a las explicaciones políticas, a la gestión administrativa, al diseño y desarrollo de productos, etc. pero en el artículo de este mes de julio me voy a centrar en la aplicación de la simplicidad en la empresa.
Que algo sea sencillo y simple no significa necesariamente que se consiga llegar a ello de forma fácil, ni siquiera al ver el resultado final de algo que sea claramente simple podríamos decir que se llegó a ese resultado de forma sencilla. Aplicar la sencillez y la simplicidad en la empresa puede reportar el éxito en el campo en el que se aplica, ya sea en el diseño de un producto o en la burocracia interna y de relaciones. Lo primero que debemos hacernos son dos preguntas, una es ¿hasta que nivel podemos simplificar algo? Y la otra es ¿qué grado de complejidad es realmente necesario? Normalmente la tendencia es a complicar el asunto. Por ejemplo, la mayor parte de los aparatos de tecnología realizan funciones que jamás utilizaremos y que en muchas ocasiones pueden pasar años sin ser descubiertas por el usuario, complicando el acceso y uso a la función principal para la que fue inicialmente concebido, la cual va quedando relegada versión tras versión siendo cada vez más difícil de utilizar.
Los clientes de una empresa tratan con la misma por dos vías principales, el uso del producto o servicio y el trato en sí mismo, ya sea gestión administrativa, comercial, logística, etc. Simplificarles el acceso, el trato y la gestión servirá para que se sientan más satisfechos como clientes. Algo lógico, a nadie nos gusta que nos compliquen la vida, por lo tanto ¿qué nos hace pensar que a nuestros clientes les gusta que nuestra empresa o nuestro producto se la complique?
Podemos encontrar ejemplos de cómo el éxito procede de lo simple fácilmente. Google es el líder de los buscadores de Internet porque no tiene distracciones ni complicaciones visuales, es una simple ventana. El Smile es uno de los símbolos más populares y utilizados para señalar una sonrisa porque simplemente es un círculo con una línea curvada en su interior que simula una boca sonriente. Uno de los anuncios de automóviles más populares y que supuso un importante incremento de ventas para BMW fue la imagen continua del brazo del conductor asomando por la ventanilla y jugando con el viento mientras viajaba, haciendo una sencilla pregunta escrita en pantalla ¿te gusta conducir? No necesitaron más, ni cifras de potencias, ni consumos, etc.
También tenemos ejemplos de productos en España. La empresa tecnológica Aucore Grupo gana cuotas de mercado en el campo de la climatización inteligente por zonas con su marca Air Nova, su sistema de rejillas motorizadas automáticas es de los más demandados por los instaladores de aire acondicionado porque utiliza un sistema simple de cable de dos hilos sin polaridad para funcionar, facilitando el trabajo al instalador que ahorra tiempo y dinero.
En definitiva, el éxito reside en la simplicidad, productos y gestiones simples atraen a más clientes que lo contrario. En el afán de ofrecer más, podemos aumentar la complejidad continuamente poco a poco y sin ser conscientes de ello, pero es frecuente que se rompa el equilibrio y pasemos a ofrecer muy poco más a cambio de mucha complejidad adicional. Observa tu negocio y piensa cómo puede simplificarse a favor del cliente. Tal vez la solución pase por una señalización simple con iconos, una ventanilla única, un orden visual que facilite la búsqueda, etc. eso le corresponde analizarlo y decidirlo a cada uno en su campo de responsabilidad. Ponte a ello y descubrirás que hacer que algo sea simple es bastante difícil, pero también descubrirás como funciona de acelerante para el éxito de tu empresa.
David Carrascosa Mendoza
Analista de estrategia y escritor
Twitter: @DCarrascosaMend