Dícese, según el diccionario, de quien finge lo que no es o no siente. Actor de teatro, especialmente de comedias, que representa una farsa…
El cobrador del frac, Rajoy y su tribu, ante el pánico que le produce el terremoto electoral que se anuncia, ha convertido el Parlamento y la política en un baile de disfraces, ocultando su rostro de verdugo tras la máscara de protector de sus propias víctimas.
Una esperpéntica figura sacada de un tremendista cuadro de Regoyos. Ese es el paisaje de miseria que ha potenciado Rajoy con su política. Esa recreación de una España rancia, siniestra, clerical y guerracivilista, cuyos campamentos los tiene instalados en Trento.
Un “depredador neoliberal” que se ha enmascarado tras el rostro de su mortal enemigo: el defensor del Estado de bienestar. Si volviera a ganar, volvería a recuperar su identidad neoliberal y, como un vampiro, volvería a poner en marcha la máquina de demolición del Estado de bienestar para enriquecimiento, según las leyes capitalistas, de los banqueros y sus lacayos y para mayor gloria del clero seguiría con su demolición de las libertades políticas y morales imponiéndonos la moral cristiana del cilicio, el sufrimiento y la abstinencia sexual. Y así, hasta la miseria total: el triunfo de dios y del capital.
Hace tres años ganó las elecciones porque la crisis económica y social había arrojado a tres millones de ciudadanos al paro. El se ofreció como la solución, en ese momento. No dijo que primero salvaría de la ruina a los banqueros. Si lo hubiera dicho nadie habría visto en su alternativa la solución inmediata a la crisis. Esta persiste. Luego él no ha hecho absolutamente nada para crear esos millones puestos de trabajo.
Pero, lo cierto es que no dijo que él personalmente, con su economía política, crearía tres millones de puestos de trabajo. No lo podía decir porque eso es una herejía para un neoliberal. Lo que dijo es que los crearían las pequeñas y medianas empresas porque éstas iban a recibir una lluvia de créditos. Y con esos préstamos los empresarios, creando uno o dos puestos de trabajo, crearían, entre todos, desde los comienzos de su legislatura, los tres millones que se le han olvidado crear hasta el día de hoy.
Exactamente nos contó el cuento de la lechera. Igual que el clero nos cuenta el cuento de la vida eterna en la que seremos felices. No en esta, claro. Pero el mérito está en crear la felicidad en esta vida. No en la muerte, por supuesto.
Total que a sabiendas de que existía una profunda crisis económica que no se podía solucionar con la voluntad de las pequeñas empresas sino con créditos y consumo ciudadano, engañó a todos con su oferta, de imposible cumplimiento, y ahora nos la vuelve a ofrecer. Tal vez por sentimiento de culpa o tal vez porque aún no ha terminado de restaurar el nacionalcatolicismo. Que no otra cosa es su programa oculto.
Y cómo va a crear esos tres millones de puestos de trabajo si eso depende, según su economía política neoliberal, de dos actores: el primero que los banqueros concedan créditos a las pequeñas y medianas empresas y en segundo lugar que éstas empiecen a crear los millones de puestos de trabajo que no han creado durante sus tres años de legislatura.
Pero las cuentas no nos salen. En primer lugar porque la oligarquía financiera es más especulativa que inversora y ha encontrado que el chollo de sus beneficios no es fomentar la inversión sino prestar a los Estados para vivir de las deudas estatales.
Ese es el negocio redondo. El Estado ya se encargará de arruinar a impuestos a los ciudadanos para pagarles la deuda. Ese es su negocio.
Pero es que, además, han quebrado unas 700.000 empresas, señor Rajoy, a las que se les rompió el cántaro cuando iban a pedir un préstamo a un banco que estaba en quiebra y que o se lo llevaron los granujas que los administraron o los rescataron la “troika” y otra panda de granujas. Se estaban salvando así mismos gracias al negocio de las deudas de todos los Estados. Y esto es lo que ha hecho el señor Rajoy.
De manera que, su política económica, que depende de las inversiones y de la existencia de millones de pequeñas y medianas empresas, quiebra en la mayor. Unos, los banqueros, porque no invierten en lo que no les resulta tan rentable como comprar deuda y otros los pequeños o medianos empresarios o porque casi un millón de ellos ya no existen, porque han adquirido durante el gobierno de Rajoy la condición existencial de parados o porque, sencillamente, el motor de la economía que no es otro, desde la época de los egipcios, que el consumo humano, se ha visto reducido en una tercera parte. Y las pequeñas empresas que aún sobreviven, lo hacen tan precariamente que no pueden pedir un crédito. Señor Rajoy, comience usted su cuento no como si fuera Alicia en el País de las maravillas, sino creando las condiciones para que los ciudadanos que aún sobreviven puedan elevar el consumo. Pero usted ni sabe cómo ni puede porque cualquier intervención del Estado para regular la economía activándola, dando prioridad a los ciudadanos y no a los beneficios multimillonarios de quienes ya son multimillonarios, está en contra de su religión neoliberal. Que no es otra que el ¡Enriqueceos los ricos, paga el Estado!
Rajoy ha creado en tres años 3.000.000 de niños, sólo niños, que pasan hambre y frío. Y los ha creado con la mayor indiferencia y despreocupación porque su prioridad no es otra que satisfacer la codicia de los banqueros. Ha tenido tres años para impedir el hambre y para crear los millones de trabajos que ahora propone y lo que ha conseguido no ha sido otra cosa que crear 2.000.000 más de parados que sumados a los que había suben hasta un 25% de la población activa. Y millones de jóvenes arrojados, como prematuros cadáveres, a la cuneta. 700.000 empresas quebradas; el 50% de la juventud sin presente ninguno; medio millón de desahuciados; miles de ancianos privados de ayudas; una sanidad y una educación en proceso de demolición… Esta es su cuenta de resultados, señor Rajoy, y no lo que dice que va a hacer, si vuelve a ganar las elecciones. El cuento de la lechera.
Pero, además, señor Rajoy, como no sólo de economía se alimentan los ciudadanos sino también de derechos políticos y morales, a quién o a qué atribuye usted la contrarreforma moral que está imponiendo a los españoles. En nombre de qué crisis financiera aprueba usted unas políticas antifeministas y discriminatorias como la separación por sexos en las aulas. ¿En nombre de qué dios ataca brutalmente la libertad de la mujer para decidir por sí misma sobre su propio futuro? En qué sistema de valores religiosos fundamentan usted y su partido su patológica actitud antifeminista, homófoba, discriminatoria, autoritaria, inquisitorial…
Cómo justifica usted represión de los jóvenes imponiéndoles una conducta sexual propia de castrados? Cómo justifica usted su agresión contra los derechos de los homosexuales, las lesbianas, las feministas…? Cómo justifica usted sus agresiones a la libertad de expresión, de movilización, de reunión, de asociación, de pensamiento, de imprenta, de difusión… ¿Acaso esta contrarreforma moral católica es uno de sus objetivos ocultos? ¿Acaso el clero va renunciar a lo que pueda reconquistar?
Qué ha aportado usted sino miseria económica, miseria política, miseria moral? ¿Se ha creído que estamos dispuestos volver a la Edad Media del nacionalcatolicismo franquista? No existe otra respuesta a la instrumentalización reaccionaria que de las libertades están haciendo con la finalidad de destruirlas todas. Será siempre la misma: la movilización del pueblo contra las mentiras y los farsantes. Movilización en todos los pueblos de Europa.
Por qué no incorporan las izquierdas a sus mensajes la defensa de las libertades políticas y morales? Y a todo esto dónde está la Monarquía. ¿para qué sirve la monarquía? ¿Qué pinta en España? Si está ausente de la realidad y ajena a los problemas sociales. ¿Está a favor o en contra de las oligarquías? ¿Es la monarquía una solución o es uno de los problemas?