Los referentes de grupos radicales como Osama Ben Laden sólo son personas a quienes la historia les deparó un tiempo de protagonismo dirigencial en sus movimientos políticos y grupos comunitarios. Pero la fuerza de la ideología que encarnan los trascenderá en el devenir de la historia, Osama ya no esta, pero su ideología seguirá generando y produciendo nuevos líderes en sus respectivos movimientos. Esto es así, puesto que Al-Qaeda es vista como una organización central por los integristas en todo el mundo árabe-islámico, donde la mayoría de los grupos militantes ve en ella el “centro de gravedad de sus ideas”.
La muerte de Ben Laden es considerada una gran victoria para los EE.UU. y su presidente, Barack Obama, quien desde su elección convirtió la caza de Ben Laden en su máxima prioridad, y fue en relación a ese objetivo, que modificó la estrategia estadounidense en Afganistán y Pakistán. Las grandes preguntas que surgen luego del operativo que acabo con el líder terrorista deberían ser, entre otras, si de ahora en mas ¿Se acelerarán y facilitarán los contactos entre el gobierno Afgano y el talibán? ¿Tendrá más fácil la reelección Obama en 2012? Es pronto para responder estas cuestiones, pero sin duda se verán condicionadas en mayor o menor medida por la muerte de Ben Laden.
En cualquier caso, nada acabo, termina un capítulo pero sigue el juego. Si Occidente y la comunidad internacional creen que este incidente debilitara la organización terrorista, incurrirán en error, toda vez que a diez años de guerra, Al-Qaeda es hoy más fuerte que cuando ejecuto los atentados del 11de Septiembre. Ello así desde que modifico su estrategia dejando Afganistán para trasladarse a zonas tribales de Pakistán, desde donde estableció redes regionales en Yemen y los países del Golfo, además de filiales en Irak y el Magreb. Así, la organización cuenta con muchos más miembros, tiene un alcance geográfico más amplio y ha logrado mayor influencia y madurez ideológica de las que carecía una década atrás. En consecuencia, mas allá del impacto mediático que ha generado la operación militar que dio de baja al enemigo publico numero uno de los EE.UU. lo cierto es que Occidente todavía tiene una guerra de las ideas por ganar frente al yihadismo radical militante si es que desea ayudar verdaderamente a llevar la democracia y la libertad al mundo árabe y proteger a sus propios ciudadanos de futuros actos de terrorismo. De allí que la verdadera batalla se encuentra dentro del propio Occidente, de sus medios de comunicación, su opinión pública, sus académicos y entre aquellos que niegan el conflicto y los que desean abordarlo con responsabilidad.
Infortunadamente, la comprensión por parte de la dirigencia política occidental en relación a la democratización del mundo árabe, al igual que lo referido a la expansión del integrismo radical y el avance de la ideología yihadista en Occidente no solo es acotada, sino que es incompleta. Muy poca dirigencia occidental tiene en claro que si no fuera Irak, Pakistán, Gaza o Afganistán, sería Somalia, Argelia, Chechenia, Londres, Paris, Madrid o Frankfurt pues el fundamentalismo que genero Ben Laden desde su organizacion no es una reacción determinada ante un punto de controversia, sino que “es una fuerza de combate ideológico-militar con una visión del mundo a la que aplica su estrategia fundada en la teocracia que sostienen a partir de una severa y perjudicial distorsión de las creencias religiosas”. El hecho de que Estados Unidos haya ido a Irak y Afganistán en la era del ex presidente George Bush e incluso la decisión del actual presidente Barak Obama de ordenar el operativo que dio muerte a Osama Ben Laden y si ello ha sido o no acertado es materia de otro debate. Lo cierto es que ni Irak ni Afganistán crearon yihadismo, todo lo contrario, los yihadistas son la prolongación de la guerra en Irak donde el mundo pudo apreciar sus tácticas y operaciones criminales, y más aún, pudo conocer que existían.
Ben Laden fue abatido y ello es un gran paso en la lucha contra el terror global, pero las organizaciones terroristas que reconocían en Osama al máximo líder y al guerrero santo del Islam están lejos de ser desarticuladas y vencidas. No solo Al-Qaeda, también el Taliban, la Yihad Islámica, el Hizbullah y demás grupos extremistas serán vencidos cuando se reconozca que son portadores de una ideología violenta y maximalista que confronta con la libertad y neutraliza el modernismo desde los fundamentos teocráticos estructurales que sostienen. Y no se trata de cuestiones de doctrina religiosa o de ataques al Islam con bajezas y orquestadas campañas de desprestigio, por el contrario, se trata de su rescate ya que hay una gran mayoría de creyentes musulmanes en todo el mundo que no adhiere al islamismo radical y esa mayoría es la primera victima involuntaria de los postulados que llevo adelante Osama Ben Laden.