Economía

El Foro Económico de Davos, o la cumbre del cinismo

A diferencia de la Cumbre de Davos de 2014, donde un representante de la ONU llevó una ponencia de denuncia respecto a cómo las élites políticas están al servicio de las élites financieras, en la Cumbre de este año apenas se han dejado oír críticas ni voces discrepantes, excepto la del primer ministro de Italia Matteo Renzi, que este miércoles dijo que la economía europea va en la dirección equivocada, y que el único discurso que impera es el de la austeridad y la disciplina, en lugar de uno que favorezca el crecimiento: «Tenemos que decirlo claramente, la economía europea no está en la dirección correcta. Cada continente, cada país habla de invertir en el crecimiento, con la excepción de la Eurozona, que habla sólo de austeridad».

A excepción de Renzi, el discurso general ha sido bien distinto: halagos al gobierno griego y español por exprimir y desangrar al pueblo con tanta dedicación y perseverancia. A tal punto que la directora del FMI Christine Lagarde ha reconocido que las reformas de austeridad llevadas a cabo en España han sido «algo excesivas al principio pero luego más equilibradas». ¿A qué se refiere con ese ALGO? ¿Al millón de parados desde el inicio de la reformas? ¿A los cientos de miles de empresas en quiebra? ¿A los miles de desahucios de familias en situación de extrema precariedad? ¿A los miles de personas que hacen colas en los comedores sociales? ¿A los miles de suicidios? ¿A los miles de jóvenes que abandonaron y siguen abandonando este país en busca de un porvenir? En compensación a tanto sufrimiento el Banco Central Europeo afirma que comprará un 10 % de deuda española, un caramelo muy rico que no nos quitará el hambre.

Los resultados de las reformas están a la vista: los bancos han recuperado la liquidez –en medio de un país sumido en la pobreza– y el paro ha disminuido gracias a un nuevo tipo de contrato basura. Si antes era todo por la patria ahora es todo por los bancos, que ya cuentan con dinerito sonante, pero a costa de empobrecer y endeudar a todo un país. Lo más paradójico es que siguen sin abrir el grifo y dar créditos a quienes, precisamente, más se sacrificaron por ellos: los ciudadanos de renta básica y media –los grandes motores de la economía nacional–, por no hablar de tantísimos parados que sólo piden una mínima ayuda para no terminar en la calle. Sólo aquellos que no sufrieron la crisis: los políticos y las élites financieras, serán generosamente compensados por los bancos.

¿De verdad se pensaban nuestros gobernantes que el crédito volvería para todos, o sólo querían convencernos? Parece ser que el gobierno ha recuperado la confianza de los mercados de la misma manera que ha perdido la confianza de los ciudadanos, que por fin han descubierto el verdadero rostro del poder. Aunque no lo han tenido muy difícil, pues esta vez nuestros gobernantes no han sabido disimular tan bien sus verdaderas intenciones y su claro desdén hacia las masas. ¿Quién no se acuerda del finiquito diferido y del plasma de Rajoy?

El bien llamado austericidio ha creado un monstruo llamado Podemos que amenaza con derrumbar toda la estructura política levantada desde la Transición. A su vez, otros partidos minoritarios y no tan minoritarios como Ciudadanos se están sumando a esta revolución ciudadana. Eso es lo que pasa cuando un gobierno deja de servir a los ciudadanos para servirse de ellos. Cuando mira más por las necesidades del mercado que por las necesidades de los suyos.

¿De verdad pensaban que otra vez íbamos a agachar la cabeza y fregar sus desaguisados con la misma resignación de siempre? ¿De verdad pensaban que una reforma del código penal intimidaría a los ciudadanos y solucionaría eficazmente cualquier manifestación o revuelta popular, sin tener en cuenta que esta revuelta bien podía surgir desde el seno mismo de la política? Al final el tiro les ha salido por la culata. Eso es lo que ocurre cuando se infravalora el poder de las masas y se las trata como a un estúpido rebaño. ¿Es que no aprendieron nada de las manifestaciones de Gamonal y la Marea Blanca?

Confiado por sus logros, el pueblo ya no tolera tan fácilmente los múltiples casos de corrupción y cada vez hay más jueces decididos a investigar y encarcelar a políticos y banqueros, aun a riesgo de perder algo más que su cargo. Es evidente que ya nada volverá a ser como antes.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.