El modelo autonómico español es un auténtico fraude, se mire por donde se mire, en el que prima el interés de partido antes que el interés regional lo cuál merma la funcionalidad del mismo y lo convierte en un castillo en el aire mantenido para justificar los sueldos millonarios de los políticos que no consiguen hacer carrera en la política nacional.
De ahí que se puedan producir atropellos a la lógica económica y política como el que esta tarde ha escenificado el Partido Popular ordenando la abstención a «sus» Presidentes de Comunidad en la votación sobre el nuevo modelo de financiación autonómica presentado por el Gobierno Central.
Un sistema autonómico racional permitiría intereses encontrados de las Comunidades independientemente del color político de sus gobiernos, porque cada Comunidad tiene su identidad propia, con sus propias obligaciones y sus propias prioridades, e impediría frentes comunes fundamentados en las instrucciones de la sede central del partido político en cuestión.
Hoy las Comunidades presididas por el Partido Popular se han abstenido en la votación sin analizar ni valorar los intereses de sus propios ciudadanos. El motivante del voto ha sido el rédito político que el Partido central podía obtener del galimatías autonómico nacional.
Con ello se demuestra, una vez más, que el modelo autonómico en el que estamos inmersos, de manera artificial, desde los albores de nuestra etapa democrática es altamente ineficiente, generador excesivo de gasto público y causante de rencores entre regiones.
Ahora que se está produciendo la actualización de la financiación del modelo autonómico deberíamos plantearnos el debate sobre la necesidad de dicho modelo, sobre la necesidad de mantener tantas administraciones, tantos cargos públicos, tantos funcionarios, tanto gasto público innecesario que lo único que consigue es incrementar la burocracia y alimentar el ego de dirigentes mediocres.