Decir que la socialdemocracia ya no vale, porque los paÃses emergentes cuentan con tecnologÃa suficiente para fabricar igual que occidente, con la ventaja de mantener salarios de esclavitud, adolece de un análisis sociológico riguroso.
El ser humano, cuando tiene hambre, lo primero que busca es su taza de arroz, pero una vez cubierta esta necesidad básica, necesita algo más, yo dirÃa mucho más: la justicia social, la dignidad humana y la democracia, algo que ofrece el movimiento social democrático como base de sus ideales.
Hay muchos ejemplos. En la misma España, los movimientos sociales manifestándose en calles y plazas ante un neo-liberalismo excluyente puesto en marcha por el Gobierno, piden una democracia real como forma de realización de una sociedad que ha adquirido unos derechos sociales que no desea perder. La China, la India y demás paÃses emergentes, fuertemente militarizados, mantienen corrientes revolucionarias (las primaveras árabes)  contra la pobreza y la explotación obrera y por la democracia.
La tecnologÃa de los paÃses emergentes no ha nacido por casualidad. Una globalización salvaje sin limitaciones impuesta por el capitalismo ha hecho posible que nuestras patronales cierren las fábricas en occidente o las mantengan bajo mÃnimos con ERE,s para invadir nuestros mercados con los productos fabricados en los llamados paÃses emergentes, y además los Gobiernos neoliberales le concedan estÃmulos a la creación de empleo por mantener circuitos de venta con cuatro trabajadores.
El despertar de la fuerza trabajadora de los paÃses emergentes terminará obligando a los Estados con influencia, como la UE, si consigue una mayorÃa progresista, a regular la globalización, y sin lugar a dudas el futuro de la socialdemocracia es que es más necesaria que nunca.