¿Qué nombre podrÃamos dar a un Estado que se dice de Derecho y se aferra a defender la Constitución hasta el punto de declararla poco menos que intocable pero que al mismo tiempo no la cumple en lo más elemental?
España no es Islandia. España no es Islandia, pero ya nos gustarÃa a los españoles. Allà se juzga a presidentes del gobierno y banqueros cuando se permiten arruinar el paÃs. Y el paÃs, va y se rehace. Aquà los polÃticos, los banqueros y los obispos exprimen y arruinan al pueblo y lo conducen a la miseria a pasos agigantados sin que haya una Constitución que nos defienda de ellos y capaz de ser aplicada por sus señorÃas en los puntos esenciales que se declaran más abajo. Y no hay ningún juez como en Islandia.
España, dicen, es un Estado de Derecho. El Estado de Derecho suele definirse como el Estado de la Ley y el Orden, y hasta en los telefilms norteamericanos se nos recuerda de continuo que no se puede ir contra tan sagrados principios sin sufrir consecuencias penales. Ahora bien: ¿de qué clase de Derecho y de qué clase de Orden estamos hablando? Si queremos ser radicales, en el sentido de ir a la raÃz de las cosas, vemos que el Orden y el Derecho son los que convienen al capitalismo, fuera del cual –imitando a la Iglesia- se pretende que no hay salvación .Pero el orden capitalista no es el orden del pueblo, ni su Derecho es el derecho popular, pues de ser asà ¿cómo podrÃa entenderse todo este enorme atentado contra el pueblo cualquiera que sea el sector que elijamos? Asà que Derecho no tiene nada que ver con Justicia. Y Justicia es lo que reclama la gente más consciente de este paÃs, sea por boca del 15-M o por otros medios, como puede ser este mismo: la información libre.
España no es Islandia, pero ya nos gustarÃa a los españoles.
Allà se juzga a presidentes del gobierno
y banqueros cuando se permiten arruinar el paÃs.
La Justicia y orden social a obreros, parados, jóvenes, inmigrantes, pensionistas, desahuciados con violencia, ancianos impedidos, viudas que viven solas con pensiones miserables, ¿dónde está? ¿Acaso lo que ocurre ahora mismo en este paÃs obedece a orden o justicia alguna? Pero los policÃas cargan contra quienes defienden la justicia en nombre de la ley y el orden… ¿de banqueros insaciables, polÃticos que les sirven como mayordomos, clérigos aristocráticos? Su ley y su orden es lo que defienden abiertamente contra nosotros, apoyados por su policÃa. Y nada de eso es nuestro: ni su ley, ni su orden, ni su policÃa. Pero no seamos tan radicales, no escarbemos tanto, abramos solo un libro llamado “Constitución Española†y hagámonos la pregunta de si se cumplen los derechos que se nos deben como ciudadanos. Como este no es un escrito de un abogado elegiré dos que no se cumplen de un modo escandaloso. Invito al lector a juzgar por sà mismo si son justas las demandas de los que se manifiestan por el cambio.
DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES PÚBLICAS:
ArtÃculo 21. 1. Se reconoce el derecho de reunión pacÃfica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa.
DE LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIUDADANOS
ArtÃculo 31 1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
ArtÃculo 33. 3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las Leyes.
ArtÃculo 35. 1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
DE LOS PRINCIPIOS RECTORES DE LA POLÃTICA SOCIAL Y ECONÓMICA.
ArtÃculo 39. 1. Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurÃdica de la familia.
ArtÃculo 41. Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.
ArtÃculo 47.
Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.
La comunidad participará en las plusvalÃas que genere la acción urbanÃstica de los entes públicos.
ArtÃculo 48. Los poderes públicos promoverán las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo polÃtico, social, económico y cultural.
No cumplen nuestra Constitución los mismos que salen a las pantallas a defenderla cÃnicamente como airados apóstoles. Entonces, ¿no es en defensa de que se cumplan al menos estas leyes de la Constitución la razón por la que existe el 15-M y todo movimiento de protesta que vemos en España hoy? Asà que hay que decirles claramente a los señores diputados y a los señores ministros: No respetáis esta Constitución, que es la vuestra, la de un Estado capitalista, que es vuestro Estado. No os ampara el orden constitucional que dócil y confiadamente el pueblo aprobó; solo la fuerza de los uniformados os protege. Por eso es verdad lo que se viene gritando en la calle y exhibiendo en las pancartas: LE LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES. No. No lo es.
Necesitamos cambiar este sistema. Obviamente, lo hemos consentido o aprobado, de lo contrario no existirÃa. Y lo mismo que lo aprobamos, lo podemos rechazar o al menos exigir que se cumpla lo pactado en la Constitución.
Pero es preciso ser realistas y pensar que no podemos quedarnos ahÃ, que cambiar un sistema no modifica más que superficialmente las cosas. Un cambio del sistema precisa antes un cambio de principios en la mayorÃa de nosotros, los electores del Sistema o sus consentidores. Si perdimos derechos y libertades por ceder a otros el privilegio de administrar la nuestras recuperemos esas libertades sociales, pero también las personales, las que nos hacen capaces de pensar bien, sentir bien y actuar bien con nosotros, con los semejantes y con la naturaleza y entonces podremos hablar de cambios reales y duraderos que impedirán acceder al Poder a gentes como las que soportamos hoy..