Un Ministro dice blanco por la mañana, el partido le corrige por la tarde, y por la noche otro Ministro dice lo contrario de lo que dijo el primero, y todo dentro de una pretendida coherencia política y económica que no se la creen ni ellos mismos pero que entre todos debemos de digerir de la mejor de las maneras posibles, porque, no nos engañemos, lo mismo le sucedía al Gobierno anterior del PSOE, y lo mismo le sucederá al próximo Gobierno que venga, porque el problema no es tanto de las personas como de paradigma, un paradigma económico superado por los acontecimientos e incapaz de ofrecer soluciones reales a los problemas que él mismo se ha creado.
Comenzamos la crisis hablando de la refundación del capitalismo, palabras grandilocuentes que luego se han quedado en un sálvese quien pueda y en un salvemos lo que podamos de los rescoldos que nos quedan, sin que nadie se plantee la ecuación de un nuevo sistema económico al que agarrarnos, un sistema que sea capaz de salvar lo bueno del capitalismo, la iniciativa emprendedora de los individuos, adaptar las conquistas sociales a los tiempos actuales, más allá de tratar de proteger supuestos derechos inviables para la sociedad de hoy en día, y que construya una sociedad mejor desde el respeto y la solidaridad, como fundamentos esenciales de todo desarrollo social y económico.
Sin embargo, seguimos cometiendo el error de tratar de resolver nuestros problemas con las mismas herramientas que los crearon, lo cuál no hace sino redundar en el error y perpetuar la crisis. El neoliberalismo económico, que supo ofrecernos la época de mayor florecimiento económico de nuestra historia, no ha sabido cimentar ese crecimiento sobre fundamentos sólidos y ahora es incapaz de fijar en tierra los castillos en el aire que echaron a volar.
Necesitamos un debate serio al respecto, porque lo único que estamos consiguiendo con las medidas que se están tomando hasta ahora es la colocación de parches temporales que no nos llevarán más lejos del próximo precipicio.