La “lengua del enemigo”
A partir del próximo mes de septiembre, el Ministerio de Educación de la Franja de Gaza introducirá en el programa de estudios de los colegios de secundaria una nueva asignatura: la “lengua del enemigo”. Se trata del idioma hebreo, materia que cayó en desuso tras la firma de los Acuerdos de Oslo y la llegada a la Franja de la plana mayor de la OLP, liderada por Yasser Arafat.
La “lengua del enemigo” vuelve a las aulas después de 18 años de ausencia. Los radicales islámicos de Hamás, que gobiernan el exiguo territorio, estiman que es importante comprender la mentalidad de los israelíes a través de los rudimentos del idioma. En una entrevista concedida recientemente al rotativo estadounidense The New York Times, el director general del Ministerio de Educación, Mahmud Matar, afirma que los israelíes suelen utilizar el árabe, idioma que se enseña en los colegios del Estado judío, para lograr su objetivo: el control y el sometimiento de la población palestina. “Israel es nuestro enemigo; vamos a enseñar, pues, la lengua del enemigo”.
La noticia causó estupor del otro lado de la frontera. En efecto, la inmensa mayoría de los ciudadanos del Estado judío no comprende la motivación de Hamás, acérrimo detractor de la convivencia con el llamado “ente sionista”. Se supone o, mejor dicho, intuye, que los radicales islámicos se han decantado por un cambio de estrategia. Crecidos por el éxito de la maratoniana negociación que desembocó en la liberación de un millar de presos palestinos a cambio de la entrega del soldado israelí Guilad Shalit, secuestrado en Gaza durante cinco años, los cabecillas de Hamás comprendieron que no hay que descartar la posibilidad de dialogar con el enemigo. Y para ello, es preciso contar con gente cualificada.
Muchos de los pobladores de Gaza tuvieron ocasión de aprender hebreo en la época en la que la economía israelí se nutría de la mano de obra barata procedente de los territorios ocupados. Pero los conocimientos lingÁ¼ísticos de aquellos trabajadores no dejaban de ser superficiales. Quienes aprendieron la “lengua del enemigo” fueron los presos políticos, encarcelados durante años en Israel. Algunos manejan el hebreo con soltura y, como dirían sus carceleros, “casi sin acento”. No hay que extrañarse: el hebreo es, al igual que el árabe, un idioma semítico.
Hay quien insinúa que Hamás optó por introducir la nueva asignatura para formar una “generación de espías”, y quien cree que se trata de una postura destinada a facilitar el acercamiento a las autoridades de Tel Aviv. De hecho, los radicales de Gaza parecen tener ahora más predicamento en Israel que los “moderados” de la OLP que gobiernan en Cisjordania. ¿La opinión pública de Gaza? Los pobladores de la Franja no piensan rebelarse contra quienes recomiendan aprender la “lengua del enemigo”. La dramática situación económica de la Franja no estimula el debate o la confrontación ideológica.
En Cisjordania, el hebreo no se enseña en los colegios. Curiosamente, aquí los jóvenes universitarios se oponen al diálogo con Israel que, según ellos, sólo podría desembocar en la creación de un mini-estado palestino inviable, la renuncia de la doble capitalidad de Jerusalén, el abandono del derecho de retorno de los casi cinco millones de refugiados palestinos. Los universitarios dudan de la capacidad de la Autoridad Nacional Palestina de sellar las paces con Israel mediante un acuerdo equitativo. ¿Su ideal? Desencadenar una nueva “intifada”, que siente nuevas bases para el diálogo con el Estado judío. De hecho, cuando el Primer Ministro Benjamín Netanyahu manifestó el deseo de reanudar los contactos con el Presidente palestino Mahmúd Abbas, los jóvenes acogieron el anuncio con escepticismo. ¿Desplazarán los radicales de Gaza al excesivamente moderado interlocutor de Ramallah?
Conviene señalar que el panorama político israelí experimentó un cambio radical durante la primera quincena de mayo, cuando en nuevo líder de la agrupación centrista Kadima, Shaúl Mofaz, decidió abandonar la oposición, sumándose a la coalición gubernamental liderada por Netanyahu. La decisión intervino en el momento en que los estrategas de Tel Aviv deshojaban la margarita de un posible ataque “preventivo” contra las instalaciones nucleares de Irán.
Curiosamente, el general Shaúl Mofaz, tercer ex jefe de Estado Mayor del ejército hebreo que integra el Gabinete Netanyahu, es oriundo de… Irán. Al desconcierto generalizado se suma un nuevo interrogante: ¿habla Mofaz la “lengua del enemigo”?
Adrián Mac Liman
Analista político internacional