EL NACIMIENTO DE UNA NACIÁN
No es difícil, para quien ha visitado el territorio de los Altos de chiapas, imaginar los llanos de San Cristóbal de las Casas sin construcciones; con ese verdor de su valle y el más oscuro de sus montañas. El propio emplazamiento de la ciudad y la situación y su crecimiento actual, permiten evocar aquella primitiva imagen original.
El valle rodeado de montañas, cercado de arroyos y cubierto de vegetación herbácea, bajo las espectaculares nubes sobre el azul plano, impenetrable y profundo al mismo tiempo, de su cielo. en la temporada de lluvias se debía de llenar la parte baja del paisaje, para desaguar por las grietas naturales del terreno, llamadas sumideros, situados al sur, no sin formar un gran número de pequeñas lagunas y a veces, fuertes inundaciones.
El verde oscuro de los bosques de altura, llegaba hasta los nacimientos de agua y hasta el cauce de los arroyos, para así confundirse con la vegetación acuífera. no existían, entonces, los terrenos de labranza ni los pastos de ganado, que más se alimentaban de la fertilidad de la tierra, que de las manos del hombre. No había tampoco pobladores, los restos de construcciones prehispánicas de la montaña, habían sido abandonados tiempo atrás. El apacible paisaje del valle y la ciudad que lo ocupó después, dormitaban entre dos lugares habitados, Zinacantan y Chamula, y que al igual que hoy, en ella poseen cada uno de ellos, sus propias normas de conducta y rasgos característicos, en ocasiones semejantes y otras veces, opuestas y antagónicas.
Villa Real, como así tenía por nombre ésta ciudad actual, San Cristóbal de las casas, atravesó un periodo de fuerte inestabilidad durante la gestación de Enrique de Guizmán; tanta fue la inestabilidad, que el 21 de Julio de 1529, se le cambió el nombre volviéndose a llamar Villaviciosa, y en documento de cabildo, del 11 de Septiembre de 1531, aparece con el nombre de SAN CRISTÁBAL DE LOS LLANOS, según nos indica Remesal, quien añade el comentario de: » … que aunque a ésta tierra llaman llanos, es al contrario…», y le sabía razón. Dos cédulas reales vinieron pues a tranquilizar tal inestabilidad; la primera cédula fue dada en la Villa de Madrid el 1 de Marzo de 1535, por medio de la cual, a la villa de San Cristóbal de los Llanos se le concedió el escudo de armas. La otra cédula, fechada el 7 de julio de 1536, fué dictada en Valladolid, donde el pueblo de san Cristóbal de los Llanos se le concedió, que de aquí en adelante se llame Ciudad Real y que goce de las preeminencias, prerrogativas e inmunidades que puede y debe gozar, «por ser ciudad».
Estas disposiciones, estabilizan el estado legal de la población y evitaron que quedase a merced del gusto o capricho de sus dirigentes temporales. De tal manera, el 1 de Julio de 1536, teníamos totalmente constituida la ciudad denominada «Ciudad Real», con escudo de armas, plaza de iglesia y cura, edificio de cabildo con picota, horca y traza de por lo menos doce calles, es decir, entre 25 y 49 manzanas de casas, a más de los barrios de Mexicanos y Tlaxcala, pero sin embargo, la vida en la ciudad no fue fácil.
Desde la misma época de su fundación, ha padecido inundaciones, terremotos, incendios y escasez de alimentos en diversas épocas, las cuales han hecho que San Cristóbal de las Casas no haya crecido como urbe, con la celeridad de otros lugares, consecuencia que en todas luces no es un defecto sino una cualidad, por que gracias a ello conserva su carácter de sitio monumental arquitectónico.
Ciudad Real,….hoy SAN CRISTÁBAL DE LAS CASAS, sigue siendo «Casas» para los indígenas de la región y para quienes llegan de otras partes, más o menos alejadas del orbe (como el que les escribe) y ésto lo han hecho posible y siguen haciéndolo cada día los «COLETOS», que es el sobrenombre afectivo de los habitantes de ésta querida ciudad.
Desde la «Catedral Amarilla» de San Cristóbal de las Casas, les informó…Carlos Urkiola.
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