El humanismo surgió como movimiento intelectual en Europa durante el siglo XV, para promover la formación integral de las personas. Por eso los humanistas solían reunirse a compartir experiencias y a debatir. Algo de esto último aún se mantiene, por ejemplo, en la actividad de los Ateneos en España. El humanismo también ha sido un movimiento renacentista que se propuso retornar a la cultura grecolatina para restaurar los valores humanos.
El humanismo reconoce valores, como el prestigio, el éxito empresarial y social, que eran criticados por la moral cristiana e incluso «considerados como pecados». El humanismo se basa en la integración de los valores humanos a diferencia de las doctrinas religiosas donde el humanismo hace al hombre objeto de fe y a la Iglesia objeto de culto. En los valores humanos que pregona la Iglesia, Dios es el centro de todas las cosas; sin embargo, y a diferencia, el humanismo busca la trascendencia del ser humano como especie. Se trata de una doctrina antropocéntrica, donde el hombre es la medida de todas las cosas. La sociedad por tanto, debe desarrollarse a partir del progreso del ser humano para alcanzar un mayor bienestar.
Hay que decir también que el humanismo se opone al consumismo y al despilfarro ya que está en contra de lo superficial, del narcisismo y de aquello que no es propio de la dignidad humana. ¿Podemos decir que el humanismo también ligado a la libertad? Evidentemente, el humanismo, en general, es un comportamiento o una actitud que exalta al género humano. Bajo esta concepción, el arte, las ciencias, la cultura, las letras, el deporte y todas las actividades humanas en general son trascendentes. El humanismo nos permite ser libres, aspirar a nuestros sueños y metas, naturalmente siempre que se respeten los derechos de los demás. Si consideramos la igualdad de derechos y oportunidades, éstos son los dos únicos derechos que no entran en conflicto con la libertad. Cada persona puede tomar sus propias decisiones y será aceptada de buena gana por todo humanista.
Entonces, ¿un humanista es por tanto un liberal? Lo es en el sentido que un liberal como un humanista, son seres libres. Un humanista liberal es un ser humano sin ataduras, ni se mantiene anquilosado en el conservadurismo cristiano, ni sometido a su catastrófica influencia ideológica ni de la izquierda ni de la derecha; por tanto, un humanista por definición tiene que ser liberal, pues sus decisiones se toman libres de prejuicios, tal como lo debe hacer un verdadero científico. Además, el liberalismo entiende que todos los seres humanos debemos de poder desarrollarnos e iniciar la partida de nuestra vida en el mismo punto que nuestros semejantes, y que posteriormente, todos podamos aspirar a alcanzar nuestras metas en igualdad de condiciones. El que lo consigan o no, depende eso sí, de por dónde te lleva la vida, de tus propias experiencias y habilidades, de tu propio sacrificio, e incluso del desarrollo de tu propia personalidad donde muchas cosas escapan de nuestro control.
El humanismo liberal no pretende ser una ideología política, ni una filosofía, sino más bien, una experiencia, un compromiso con la sociedad y una visión progreso. Un humanista liberal entiende que cada ser humano, conocedor y respetuoso de los derechos de los demás, debe ser capaz de alcanzar sus metas sin que en el camino encuentre obstáculos propios del intervencionismo público ni de monopolios privados. Para ello es preciso tener un sistema social, político, cultural y económico liberal, lo que significa que sea libre de privilegios, un sistema que no propugne la alineación ideológica, que no genere distorsiones ni desigualdades, que no entorpezca la consecución de las aspiraciones y metas de las personas, ni el desarrollo del libre mercado.
Otra de las grandes preocupaciones para un humanista liberal está en la devaluación del concepto de libertad y la poca importancia que nuestra sociedad da a la defensa de valores humamos, que no cristianos, de nuestra sociedad. Y todo esto a pesar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, escritos, reconocidos y suscritos por la mayoría de países del planeta. Vemos con gran preocupación que muchos gobiernos incumplen o reinterpretan los derechos humanos a su conveniencia, los hay quienes lo hacen con el fin de planificar (manipular) los destinos de la sociedad. Esa es la dirección contraria a la libertad, es dirigir a la sociedad hacia los intereses de una clase política o económica, utilizando para ello la ingeniería social y los privilegios.
Por otra parte, si queremos promover el desarrollo del ser humano y somos defensores de la libertad, no debemos imponer valores ni ideologías. Lo que debemos hacer es apoyar a que cada ser humano escoja su propio destino. Lamentablemente en este sentido hay una lucha constante contra la ficción hipócrita de la izquierda mundial, que es asistencialista y aniquiladora de las habilidades creativas del ser humano; pero también hay una luchar contra una derecha anquilosada en los valores del pasado, que quiere mantener y que ya no se corresponden a los de una sociedad moderna. Ambos se oponen al desarrollo natural y científico de la sociedad.
Gunther Zevallos
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