La ministra ‘cegata’ no para, ahora pretende sacar una normativa en la que se haga constar que una mujer no ha sido maltratada sino ha estado al menos veinticuatro horas ingresada en un hospital, o sea que a la que su torturador la haya arrastrado cogiéndola por el pelo, o le haya dado unas cuantas bofetadas, o le haya causado de forma constante un daño psicológico que en ocasiones es aún mucho peor que el daño físico, o cualquier otra barbaridad que el torturador abusando de su fuerza le haya ocasionado, esto no se puede considerar como un mal trato, por lo visto para la ‘cegata’ de Ana Mato un mal trato se hace evidente cuando la víctima entre por la puerta de urgencias hospitalarias con la cabeza debajo del brazo. Evidentemente esta actitud de Ana Mato va totalmente acorde con lo que la Iglesia defiende, volvemos al nacionalcatolicismo, aunque yo creo que nunca hemos salido de él.
El 28 de enero de 2008 en una entrevista que un diario le hizo al entonces obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, Rafael Palmero, éste afirmó respecto a la lacra de la violencia de género que “en otras épocas ha habido mayor paciencia y espíritu de sacrificio que ahora”. Si a esto le añadimos el contenido de una hoja parroquial distribuida en la mayoría de las iglesias valencianas y refrendada por el Arzobispado de Valencia, y de lo que dio cuenta la prensa el 15-02-2006, y en la que se intentaba justificar los malos tratos con las palabras de un sacerdote diciendo que “más de una vez las víctimas de malos tratos provocan con su lengua” y que “el varón pierde los estribos no por dominio, sino por debilidad, no aguante más y reacciona descargando su fuerza que aplasta a la provocadora”.
Acabo con las palabras del Papa Benedicto XVI en las que pedía a las mujeres que “sepan obedecer y darse al prójimo”. Alabando, el Papa, a la lavadora por el papel liberalizador en la vida femenina. O sea que la mujer debe seguir lavando los calzoncillos de su marido.
En cualquier caso hay un hecho que pone de manifiesto lo que a la Iglesia y a la derecha les preocupa el que las mujeres sean considerada iguales a los hombres, con los mismo derechos y con las mismas obligaciones, esto último, lo de las obligaciones, siempre se les ha concedido y aumentado no así los derechos que siguen siendo los de siempre, es decir: Pocos, muy pocos.
El hecho en cuestión se concreta en que el 6 de marzo de 2008 saltaba a los medios de comunicación que el Partido Popular de Granada subvencionaba un curso del Opus Dei para ser la “mujer diez”. En el mismo se planteaban preguntas tales como “¿Sabes coser al bajo de un pantalón?” “¿Y hacer una buena tortilla de patatas?” “¿Sabes hacer una compra inteligente o qué calorías necesita hoy tu organismo y qué alimento te ayudan a mantener el tipo?” Esto lo preguntaba el Opus Dei para animar a las jóvenes universitarias de Granada a cursar el curso “Casa Diez”. Está claro que el Opus Dei, subvencionado por el PP, no animaba a las jóvenes universitarias granadinas a proyectarse en la sociedad una vez acabada su carrera, más bien les indicaba el camino del fogón. El curso promovido por el Partido Popular incluía materias como costura, cocina, plancha y nutrición “para mantener el tipo”. Está claro que “Casa Diez” no incluía entre sus objetivos la lucha por la igualdad de las mujeres, por tanto no debe de extrañar que la ministra, la cegata Ana Mato, pretenda ocultar la realidad de los malos tratos “subiendo el baremo” para que el mal trato sea considerado como tal cuando la maltratada ingrese en urgencias en situación extrema, con lo cual las estadísticas de las mujeres maltratadas disminuyen y sean consideradas como un éxito de gestión suyo y del Gobierno.
Y esto lo apoya una mujer. Claro que si esa mujer no distingue un coche en su garaje con lo que este abulta…