Las migas del almuerzo
La otra mañana, zapeando el aburrimiento por la parrilla, dejé el dedo quieto sobre el Programa de AR al ver el rostro impertérrito y condescendiente de Ricardo Sanz. El Sr.Sanz es un periodista de investigación, un sumario judicial andante, y seguramente la persona que más a fondo conoce los tejemanejes del Caso Malaya. Son gajes del oficio, entiendo, que él asume con resignación pero da un poco de lástima ver a este magnífico periodista informando de sus hazañas desde plataformas tan (no siempre) banales, como los programas de corazón.
El caso es que allí me lo encontré y decidí, como siempre hago, detener un poco la atención en lo que acaso tuviera que revelar y rebelar. Para mi sorpresa, andaba el pobre hombre rodeado de (pseudo)marujas televisivas que estaban comentando, con la pasión que requiere el asunto, los dimes y diretes de la fiesta Marie Claire. Y Ricardo, un poco fuera de lugar, revolvía sus papeles “sumariales” una vez tras otra, visiblemente nervioso, a buen seguro, por tener que compartir la importancia de sus descubrimientos con el vestido palabra de honor de Pitita Ridruejo. En todo caso, mantuvo el tipo, y hasta se permitió el lujo de echar un capote al moribundo coloquio que a su alrededor se desarrollaba, haciendo preguntas “infantiles” que Ana Rosa respondía con cierto paternalismo condescendiente.
Luego, como en la Maestranza, tocaron clarines y timbales y como quien no quiere la cosa, tal como se hace en este tipo de programas, cambiaron de tema para pasar a comentar las explosivas declaraciones de Aida Nízar, la cual había lanzado unas opiniones/cocktel molotov sobre Rosa Benito y su familia. Las acaloradas tertulianas expusieron sus juicios con todo lujo de detalles, mientras Ricardo Sanz, evidentemente desencajado, se mostraba como un furúnculo en el lugar más doloroso. “Aída Nizar es una tal y una cual”, proclamaban a los vientos las invitadas de honor, “se inventa cosas para salir en la tele y no tiene escrúpulos…” Y en esas, el periodista, casi sacado de quicio, hace la siguiente observación, a boca pequeña, por la que le pueda caer.
“¿Y si, tanto daño hace y es tan tendenciosa y nociva, por qué no se aparta de la televisión a Aída Nizar?”
Y le cayó. Porque Ana Rosa Quintana, herida en su honor, se quedó unos segundos mirando al periodista para a continuación sacar la respuesta de manual, ésa que pocos se atreven a decir y que es la verdad, sin tapujos, puesta sobre el tapete.
“Porque si quitamos de en medio a todos los personajes como éste nos quedamos solos. Y sin trabajo”
La cara de Ricardo Sanz se convirtió en un haiku improvisado. Y estoy convencido de que si le hubieran dado a elegir en ese momento, hubiera preferido cubrir a pie de micro la frontera entre las dos Coreas que verse involucrado en semejante esperpento.
Luego, por la noche, tuvimos otra ración de “interés general”. Emilio Rodríguez Menéndez, abogánster y prófugo de la justicia española, tiene su propio espacio culinario para cocinar despropósitos a mansalva desde su casa en Argentina, riéndose de la Justicia, de la Interpol y del mismo Espíritu Santo. Lo curioso del asunto es que en el mismo programa donde emiten sus declaraciones (no dudo que previo pago en efectivo), critican abiertamente su exposición pública.
Son cosas del interés general, dicen. Las soberanas audiencias del Sálvame Deluxe así lo certifican. Pero no, refuto. El interés general no lo decide la general audiencia sino que se baraja sobre la mesa de redacción. Es el primer código del periodista. La primera subjetividad se esconde en la elección de qué noticias son dignas o no de ser publicadas o emitidas. Si preguntamos el jueves a la fiel concurrencia en qué puesto dentro del ranking de preocupaciones colocan el caso Rodríguez Menéndez, seguro que no entra ni entre los 100 primeros. Es más, seguramente, si el pasado viernes no hubiéramos visto el lozano rostro del abogado en el Sálvame Deluxe, nos hubiéramos acordado de él el día que la Interpol anunciara su extradición.
Y no me vale que me abofeteen con el share en (y de) las narices. Estoy convencido de que si el señor Jorge Javier Vázquez dedicara su programa del próximo viernes al estudio de la geodesia en Islandia, alcanzaría una similar cuota de pantalla. Por suerte para ellos tienen la audencia más que fidelizada y sería bueno que la aprovecharan para cosas útiles, no para darle bombo y platillo a las opiniones desde su punto de fuga de un delincuente buscado por la justicia.