Sociopolítica

El Líbano en la encrucijada Siria

La guerra se desborda

Con la posible salida del déspota sirio, Bachar Al Asad, Hizbulá, una de las organizaciones terroristas más peligrosas del mundo, también puede caer en desgracia sin la influencia siria-iraní en Líbano.

La señal más clara de que Hizbulá puede estar perdiendo su control sobre la política libanesa se produjo semanas atrás, cuando Líbano celebró el 67º aniversario del Ejército. En su día, el discurso presidente Michel Suleiman rechazó por primera vez públicamente las posiciones de Hizbulá al mencionar que el grupo político-terrorista insiste en mantener un ejército no oficial para «resistir a Israel».

En un discurso inusual para los antecedentes prosirios de Suleiman, garantizó la soberanía nacional y aseguró que es prerrogativa exclusiva del Ejército nacional. La segunda mención del presidente libanés al grupo paramilitar proiraní fue mas dura aún, cuando aseveró que Nasrala pretende ser una resistencia dirigida por Irán y por Siria. El presidente indicó que nadie tiene derecho a inmiscuir a Líbano en conflictos que no tienen que ver con él, y que los libaneses están demostrando su rechazo a ser arrastrados a problemas creados por políticas de otros países. También criticó la actuación de Hizbulá por convertir el sur de Beirut, el Valle de Bekaa y partes del sur de Líbano en zonas vedadas para el Ejército y las Fuerzas de Seguridad.

Una victoria de los rebeldes obstaculizaría a Irán transportar armas a Hizbulá desde Siria y limitaría críticamente la capacidad del grupo terrorista. En consecuencia, la caída de Asad significaría el final del Gobierno del primer ministro libanés, Miqati, quien, como astuto hombre de negocios, ha comenzado a tomar distancia de Damasco, igual que Aoun, quien detectó el cambio de clima y pareciera estar alejándose de Nasrala.

Si Suleiman habló con la verdad o no, pronto quedara en evidencia. Pero por primera vez desde su guerra civil, Líbano tiene la oportunidad de recuperar su soberanía y liberarse del dominio sirio-iraní para embarcarse en un salto democrático que la mayoría de sus ciudadanos desea. Apoyar ese proceso es lo mejor que puede sucederle a todas las democracias occidentales.

A falta de que esto suceda, el escenario libanés podría ser tan sombrío como el de sus 30 años de confrontación.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.