No hace falta ser muy inteligentes para darnos cuenta del milagro que promete el Sr. Rajoy para atajar el déficit español. Ya lo hicieron durante el gobierno Aznar y ahora sufrimos las consecuencias. Privatizar las empresas públicas, en lenguaje popular, vender el coche para comprar gasolina.
Los pilares del Estado se cimientan reservándose una serie de servicios que aseguren el bienestar de sus ciudadanos: Educación, Sanidad, Justicia, Bienestar Social, Medio ambiente… Son un ejemplo de aquello que no debe ser alterado ni cedido a entes particulares que puedan justificar una merma en su calidad.
Durante buena parte del periodo democrático en nuestro país se consolidaron grandes empresas públicas que aportaban buenos dividendos a las arcas del Estado. Al llegar el PP al Gobierno, las empresas más rentables fueron privatizadas, colocando en ellas afines al Partido, que cobraron primas millonarias y de alguna forma han contribuido al déficit publico actual.
Dirigentes del PP ya hablan en propiedad del copago en la Sanidad, de la gestión privada en las escuelas públicas,… anuncios osados en época preelectoral pero que van preparando a los españoles.
Con una mayoría parlamentaria en un supuesto nuevo gobierno del PP, nos encontraríamos con aprobaciones relámpagos y puesta en funcionamiento de una nueva forma de Gobernar en la que al Estado le queda muy poco por hacer: discusiones interminables en el Parlamento sobre el sexo de los ángeles.
Algunos españoles se preguntarán ¿y qué más nos da que las empresas sean públicas o privadas? En el anterior gobierno del PP, las privatizaciones se hicieron con un procedimiento de autorización, lo que permitió la colocación de miembros afines al PP, algunos de ellos ex Ministros del Régimen. Si por lo menos una oposición fuerte y seria pudiese controlar el proceso y obligar a que se realizaran directamente sobre el mercado, algo cambiaría.
Aunque personalmente soy contrario a la privatización total de la empresa pública, a la que nos quiere llevar el Sr. Rajoy. Simplemente porque un Estado con patrimonio es un Estado rico, si el Estado es pobre todos los españoles somos un poco más pobres porque tenemos que pagar mucho más por los servicios que ya pagamos con nuestros impuestos.