Curiosa paradoja que el neoliberalismo acudiera al rescate del neoliberalismo, que los excesos del segundo fueran protegidos por los excesos del primero, pero las paradojas como aserciones inverosímiles o absurdas, que son, suelen acabar en el baúl de los desastres cuando en política económica se aplican.
Ante la crisis que sigue azotando a todo el mundo desarrollado, económicamente, al menos, los gobiernos han optado por medidas de cariz liberal y por defender la austeridad como valor en alza, sin embargo, el Reino Unido quiso ir un paso más allá, y su Primer Ministro, David Cameron intentó imitar a su referente político, la inefable Margaret Thatcher, y apretar las clavijas al máximo nivel.
Pero los resultados económicos le están demostrando que estaba equivocado, muy equivocado. En un entorno de falta de crecimiento económico, la austeridad debe de ser medida para que la reducción del gasto público no lastre el inicio de crecimiento, algo que en el Reino Unido no se tuvo en cuenta. Se primó la austeridad máxima, sin valorar las consecuencias negativas que podría traer.
Y las consecuencias han sido un entorno de peligro de estanflación, es decir, inflación con decrecimiento económico, un escenario económico de muy difícil solución. Ahora Cameron tendrá que dar marcha atrás y abrir algo el grifo del gasto público para potenciar el crecimiento del sector privado, aunque puede que ya sea demasiado tarde.
El peligro, que ahora vemos tan lejano, lo tenemos en España más cerca de lo que pensamos, porque Rajoy, ese político sin ideas propias, ha aplaudido permanentemente las decisiones de Cameron y ha dejado entrever que cuando llegue a la Moncloa, si llega, seguiría su recetario. Pues bien, Sr. Rajoy, ya ha visto las consecuencias de su recetario.
El modelo correcto de enfrentamiento a la crisis es el que viene aplicando el gobierno de Zapatero desde mayo de 2010, un modelo de austeridad contenida, reduciendo el gasto público, pero potenciando las políticas activas de empleo, tanto a nivel empresarial como a nivel laboral. Un modelo que conlleva unas reformas de las que se beneficiará el Presidente del Gobierno que salga de las elecciones de 2012, sea Rajoy, Zapatero o Pérez Rubalcaba.
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