Después de la cumbre de Bruselas quedó firme la decisión de Gran Bretaña de “mantenerse al margen” de la mesa política de la Eurozona al rechazar la reformulación del Tratado de Lisboa con la nueva legislación europea de servicios financieros que proponían frau Merkel y monsieur Sarkozy, agendados por una corona de 26 países que firmaron la medida. El premier británico David Cameron (conservador) se negó a discutir siquiera esta reforma y se retiró de le mesa de negociaciones con las manos vacías. Ahora deberá explicar ante la Cámara de los Comunes del Parlamento británico, cómo sigue esta novela de una Europa unida con Inglaterra aislada. Cameron trató de vetar por todos los medios esta reforma que permitirá la emisión de bonos para financiar déficits de países endeudados como Portugal, Italia, Grecia. Pero Cameron fracasó, no consiguió convencer a un solo país de los 26 que componen el bloque y se retiró. Su propio aliado, el viceprimer ministro Clegg del Partido Liberal, el aliado más fiel de Cameron declaró que salirse de la Eurozona fue una “decisión equivocada”. Es fácil advertir que a Cameron lo espera un frente de tormenta en los próximos días, y que está muy lejos de ser un Churchill.
Sarkozy consiguió lo que deseaba: una Europa libre de interferencias británicas, liderada por Francia y Alemania. Frau Merkel impuso en la agenda su preocupación casi obsesiva: disciplina presupuestaria, es decir, que de ahora en más ningún país gaste más de lo que recauda para evitar futuros sacudones de endeudamientos. Habrá una nueva regla de oro: todo país cuyo endeudamiento supere el 3% del PBI recibirá una sanción automática controlada por la Corte de Justicia Europea. Pero además, desde marzo 2012 la Comisión Europea tendrá que monitorear los presupuestos anuales que presenten los distintos gobiernos, con derecho a veto y aplicación de medidas regulatorias para aquellos que resultaren dudosos; dicho de otro modo: desde marzo, una comisión de expertos europeos revisará cuánto piensa gastar cada país, cómo lo va a financiar y en qué se utilizarán esos fondos. Es aquí donde el concepto de soberanía, tan arduamente defendido por los británicos, entra en colisión con las nuevas reglas, ¿por qué Inglaterra, que no utiliza el Euro, y tiene un Banco Central capaz de absorber su propia deuda debería dejar que la Comisión Europea la supervise?, preguntó airado Cameron. El viejo utilitarismo individualista insular no congenia con las políticas más abiertamente participativas del continente. Así están las cosas, de prosperar estos acuerdos, saldrá un nuevo Viejo Mundo fortalecido en sus relaciones y quedará una Gran Bretaña mucho más lejos, con poco peso en las políticas futuras, viviendo de sus glorias pasadas cuando era árbitro de Europa.
Estuve invitado tres días en Colonia del Sacramento, Uruguay. Fundada en 1680 por un enviado del gobernador de Río de Janeiro, la ciudad fue escenario de guerras y tratados entre España y Portugal: quedan vestigios, el casto histórico alberga casas y construcciones en piedra de estilo portugués del siglo XVII y las típicas construcciones españolas de tejas. Allí leí “Los ríos profundos” del peruano José María Arguedas.
La novela fue publicada en Argentina en 1958 y reveló ya desde entonces esta poderosa voz de la Literatura latinoamericana que proviene de las profundidades de una sociedad mestiza que reniega del indígena, que condena a las cholas, los comuneros indios, los colonos y todos los desclasados que huyen hacia la chicha, que se adormecen hasta caer en una inexplicable tejedumbre de intereses que no comprenden. Leer esta maravillosa novela ayuda a desentrañar la realidad de un Perú que hasta hace poco casi consagra como presidenta a la hija del dictador más nocivo (Fujimori) que tuvo la generación actual. En esas historias de desprecio por el otro radican las explicaciones que miles de sociólogos, antropólogos y estudiosos han llevado a libros copiosos. Ningún texto técnico nos hará vivir un instante de “Los ríos profundos”, ahí está la novela, viva para quienes deseen verse en ese espejo ustorio de las sociedades divididas. La voz de Arguedas sigue iluminando esos recovecos tenebrosos, como los ríos de montaña que horadan la piedra y braman bajo los puentes.
No se la pierda.