La verdad es que para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Al final va a resultar que es cierta esa frase, que se atribuye a los empresarios, que dice, refiriéndose a sus trabajadores: “Encima que les das trabajo, quieren cobrar”.
Tanto tiempo discutiendo para al final aceptar lo que siempre han puesto los empresarios sobre la mesa de negociación. En favor de la justicia, y haciendo de tripas corazón, debo darles la enhorabuena. Han ganado la batalla en todos sus frentes. Los sindicatos han mostrado su disposición a aceptar que los salarios aumenten menos el que coste de la vida, la inflación, durante los dos próximos años. No creo necesario recordar que el abaratamiento de los salarios ha sido una constante en las propuestas de la patronal. Al final lo han conseguido, porque tienen dos años de “carencia” y pasados esos dos años ya se verá. Ya lograron el abaratamiento del despido y les faltaba el de los sueldos. Las centrales sindicales ofrecen moderación salarial -¿es que los salarios se han “desmoderado”?- a cambio de mantener empleo. O sea, “bájeme usted el sueldo señor empresario pero no me eche a la calle”. A veces vale más el no “tragar” todo lo que a uno le echen que el tragarse su dignidad. No exagero si digo que retrocedemos a aquellos tiempos en los que los siervos, hoy llamados trabajadores, trabajaban por la “paja”. Mal vestidos y peor alimentados y por vivienda una choza. No exagero, no. Si esto sigue así lo verán nuestros nietos.
La triste realidad es que a los “estrategas” que por la parte obrera están planteando esta batalla al “enemigo” se les han acabado las ideas, las iniciativas y dan la impresión de estar en estado catatónico. Se impone un cambio radical en la cúpula sindical y poner en primera línea del “frente” a gente con ideas nuevas, con la imaginación despierta y con nuevos bríos, porque la “guerra” va a ser larga y dura y se precisa de todo el vigor y la fuerza de que se disponga.
Es evidente que los trabajadores se están jugando mucho, se están jugando su futuro y el de sus hijos y por añadidura el de sus nietos. Cuando se deja que la carcoma produzca estragos es muy difícil que el objeto dañado se pueda recuperar. Hay que mostrarse firmes y no claudicar ante nada ni ante nadie, los que realmente mantienen a un país no son los empresarios, que no digo que no sean necesarios, son los trabajadores, estos son los que están luchando a diario de forma muy dura y sin ellos el país no crecería y el patrimonio de los empresarios tampoco, por tanto cuesta creer en que el principal objetivo a conquistar, por parte de Gobierno y empresarios, sea el de que los trabajadores se limiten a trabajar, malcomer y a subsistir, que no es lo mismo que vivir.
Pero para conseguir un mínimo de garantías de que los trabajadores puedan vivir decentemente, no pido lujosamente, se hace necesario, como antes he dicho, proceder a relevar a algunos dirigentes sindicales que, demostrado está, están en su ocaso. Hay que mostrarse menos tibios y más ardorosos a la hora de exigir, no de pedir como vulgares pedigÁ¼eños, aquello que con su trabajo se han ganado más que merecidamente y que de forma continuada se les niega.