Ser optimista es una virtud, sin duda, pero ser optimista con datos pesimistas roza la demagogia o la ilusión, en cualquier caso, ninguno de los dos conceptos deberían ir unidos a la figura de un Presidente del Gobierno de un país serio.
Y mucho me temo que el Presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, vive en una ilusión permanente que le incita a llegar a la demagogia más barata, más propia, habitualmente, del principal partido de la oposición que del partido que él dirige.
En el día de hoy, durante una reunión con empresarios, ha dicho que confía en que las previsiones de los organismos supranacionales sean erróneas, refiriéndose a los últimos datos aportados por el Fondo Monetario Internacional, y ha utilizado el ejemplo de como se equivocaron al detectar la evolución de la crisis.
Hasta ahora veía a Zapatero como un líder ambicioso y valiente, un líder con un discurso serio que podía equivocarse pero que siempre defendía sus ideas con humildad vehemente y convencido de ellas, llevándolas hasta las últimas consecuencias.
Sin embargo, tras sus declaraciones de hoy no puedo más que desconfiar de él. Porque no se puede confiar en un político que no cree en las estadísticas, no cree los datos oficiales, no cree en los informes de los organismos supranacionales.
Estas estadísticas, estos datos oficiales, estos informes deberían servir para construir los cimientos de la toma de decisiones de cualquier estadista serio, e ignorarlas solo lleva a construir castillos en el aire, a tomar decisiones sobre la intuición, y salvo excepciones muy particulares, estas decisiones siempre llevan al caos más absoluto.
Los datos nunca mienten y explican tendencias, ayudando a realizar previsiones para el futuro. Evidentemente, estas previsiones se verán modficadas a medida que el futuro vaya llegando y nuevos datos aparezcan, porque los datos, por definición, se encuentran en evolución, en permanente movimiento.
Por tanto, se equivoca Zapatero al menospreciar los informes del FMI que, aunque no son la verdad absoluta, sí que ayudan a comprender la realidad, y Zapatero debería utilizarlos debidamente.