Para poder entender cualquier fenómeno social, económico o de cualquier índole es necesario acudir a las fuentes primigenias, al origen de la situación que posteriormente allana el camino al surgimiento del fenómeno, el cuál, en demasiadas ocasiones, es negativo en lugar de positivo.
La crisis económica actual tiene dos causas evidentes como son el incremento desmesurado de los precios de petróleo y el incremento del precio de los alimentos básicos, pero ninguna de las dos estuvieron en el origen de todo lo que estamos viviendo en la actualidad.
Todo comenzó cuando los gobiernos internacionales hicieron una clara dejación de sus funciones en favor de liberalizar, hasta el extremo, la economía mundial, permitiendo que ésta funcionara a su libre albedrío, sin más objetivo que el puro beneficio individual.
La economía es un animal salvaje que debe de ser reconducido a su camino cuando se excede o cuando toma caminos equivocados, porque la economía debe de servir a los ciudadanos y no al revés. Y para éso están los gobiernos, para tomar medidas anti-cíclicas que contraigan la economía cuando se vive en ilusión, y la reactive en épocas de crisis.
Fijemos la vista unos años atrás. Los tipos de interés eran muy elevados, en muchos países incluso de dos cifras. Entonces, se produjo la ilusión, la ilusión del liberalismo económico, la ilusión del consumismo compulsivo.
Comenzaron a aparecer países emergentes que consumían los productos y los servicios proporcionados por los países ya consolidados. Entonces, la economía de estos países vendedores florecieron, lo cuál provocó que los tipos de interés se redujeran.
Y con los tipos de interés tan bajos era barato endeudarse, y los ciudadanos y las empresas se endeudaron, y con ello pudieron consumir, seguir consumiendo por encima de sus posibilidades, porque vivían en la ilusión del liberalismo económico, la ilusión de las épocas de bonanza, porque la economía es así, no conoce término medio.
Pero las ilusiones se terminan, la realidad siempre llega a su encuentro, y la realidad produjo la crisis que estamos viviendo ahora, la crisis que hace que ciudadanos y empresas que se endeudaron por encima de sus posibilidades tengan que hacer ahora frente a los pagos de sus deudas, sin una tesoreria adecuada que responda.
Si los gobiernos hubieran retenido los tipos de interés, interviniendo en la economía, sí, pero interviniendo en el momento oportuno, no cuando ya es demasiado tarde como están haciendo ahora, repercutiendo el coste de la intervención en el ciudadano medio, si lo hubieran hecho en el momento adecuado, la intervención no habría repercutido sobre ningún colectivo social.