Sociopolítica

El Papa, los mártires y la Cruzada contra la República

El doble pensamiento o el negro-blanco que “Como tantas palabras neo-lingÁ¼ísticas tiene dos significados contradictorios. Aplicada a un contrario, significa la costumbre de asegurar descaradamente que lo negro es blanco en contradicción con la realidad de los hechos. Aplicada a un miembro del Partido (la Iglesia) significa la buena y leal voluntad de afirmar que lo negro es blanco cuando la disciplina del Partido (la Iglesia) lo exija. Pero también se designa con esa palabra la facultad de creer que lo negro es blanco, más aún, de saber que lo negro es blanco y olvidar que alguna vez se creyó lo contrario”, afirmaba el Gran Hermano de la novela “1984”, escrita por Orwell.

Y continúa hablando del doble pensamiento o doble-pensar en los siguientes términos: “Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del doble pensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer, sin embargo, en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad, mientras se recurra a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido (la Iglesia) es el guardián de la democracia: olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo.

Esta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión. Incluso comprender que la palabra doblepensar implica el uso del doblepensar… ya que el acto esencial del Partido (la Iglesia) es el empleo del engaño consciente, conservando a la vez la firmeza del propósito… decir mentiras, a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar y, luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega…se admite que se está haciendo trampas con la realidad. Mediante el nuevo acto del doblepensar se borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniendo la mentira siempre unos pasos delante de la verdad.”

La esquizofrenia (del griego clásico σχίζειν schizein ‘dividir, escindir, hendir, romper’ y φρήν phrÄ“n, ‘entendimiento, razón, mente’) es un diagnóstico psiquiátrico en personas con un grupo de trastornos mentales crónicos y graves, caracterizados por alteraciones en la percepción o la expresión de la realidad. ]La esquizofrenia causa además una mutación sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y una significativa disfunción social.(Fuente: Wikipedia)

En la «Historia de la Iglesia Católica«, Tomo IV, Edad Moderna (1648-1951), escrita por varios jesuitas y publicada oficialmente por la Biblioteca de Autores Cristianos, BAC, no se dice ni una palabra de la Guerra civil española, pasando directamente de 1868 a la Segunda Guerra Mundial. Y sin embargo en 1933 el papa Pío XI publicó la encíclica «Dilectissima nobis» dirigida a la derecha española en respuesta a la Ley de Congregaciones Religiosas aprobada por el Gobierno republicano, por la que la enseñanza religiosa y por los religiosos era prohibida en España. En esta encíclica el Papa exigía a la derecha que se organizara y movilizará contra esta ley y contra las leyes aprobadas en la Constitución como el matrimonio civil, el divorcio y la enseñanza laica . Y lo exigía con estas palabras:

«Protestamos con todas nuestras fuerzas contra esta ley, que nunca podrá ser invocada contra los derechos imprescriptibles de la Iglesia y tenemos la esperanza de que todos los católicos españoles, valiéndose de todos los medios legítimos que les concede el derecho natural y la legislación, harán por reformar y sustituir esta ley.

Mientras tanto, esperamos que utilizarán todos los medios para fomentar la enseñanza religiosa y la práctica de la vida cristiana. De nuevo recomendamos a todos los españoles que, dejando de lado lamentos y recriminaciones y sacrificando todo al bien común de la patria y de la religión, se unan para la defensa de la fe y de la sociedad civil”.

A finales de ese mismo año, creada la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, a partir del partido Acción Popular, creado por el Estado Vaticano y dirigido por Gil Robles, la derecha, CEDA, gana las elecciones y se dispone a destruir todo lo realizado por los gobiernos de Azaña. Y a aplicar la encíclica «Rerum novarum» de León XIII para crear un estado corporativo, fascista. Gil Robles, durante la campaña electoral de octubre de 1933, en un mitin en el teatro Monumental de Madrid, recordaba cómo sin necesidad de salir de la legalidad había sido vencida la coalición gobernante y propugnaba el mismo camino para reconquistar las posiciones perdidas.

«Queremos una patria totalitaria y me sorprende que se nos invite a que vamos fuera en busca de novedades, cuando la política unitaria y totalitaria la tenemos en nuestra gloriosa tradición«. Proclamaba la realidad de la unión de las derechas. ¿Por qué? «Para formar el gran frente antimarxista, porque la necesidad del momento es la derrota del socialismo«, fin a conseguir a toda costa. «Si hay que ceder se cede«. Y añadía: «No queremos el poder alcanzado por contubernios y colaboraciones. El poder debe ser íntegro para nosotros. Para la realización de nuestro ideal no nos detendremos en formas arcaicas. Cuando llegue el momento, el Parlamento se somete o desaparece. La democracia será un medio, pero no un fin. Vamos a liquidar la revolución”. En octubre en respuesta a esta agresión a las conquistas políticas y sociales estalla la revolución de octubre.

En 1936, el Frente Popular gana las elecciones. Poco después, el 17 de julio se sublevan contra el Gobierno republicano una serie de generales que llevarán a Franco al Poder. Comienza la Guerra Civil causante de un millón de muertes. A finales de año, el 23 de noviembre, nada menos que el cardenal primado, Gomá, publica una pastoral en la que, bajo el título «El caso de España» proclama que: «Es guerra de sistemas o de civilizaciones; nunca podrá ser llamada guerra de clases. Lo demuestra el sentido de religión y de patria que han levantado en España contra la Anti-España «.

Esta cruentísima guerra es, en el fondo, una guerra de principios, de doctrinas, de un concepto de la vida y del hecho social contra otro, de una civilización contra otra. Es la guerra que sostiene el espíritu cristiano y español contra este otro espíritu, si espíritu puede decir, que quisiera fundir todo lo humano, desde las cumbres del pensamiento a la pequeñez del vivir cotidiano, en el molde del materialismo marxista. Por un lado, combatientes de toda ideología que represente, parcial o íntegramente, la vieja tradición e historia de España, por otro, un informe conglomerado de combatientes el empeño principal es, más que vencer al enemigo, o, si se quiere, por el triunfo sobre el enemigo, destruir todos los valores de nuestra vieja civilización.

En julio de 1937, el Episcopado publica una “Carta colectiva” en la que desarrolla la anterior idea calificando la guerra contra la República de «cruzada» y añade: «El movimiento ha fortalecido el sentido de patria contra el exotismo de las fuerzas que le son contrarias. La patria implica una paternidad, es el ambiente moral, como de una familia dilatada, en que alcanza el ciudadano su desarrollo total, y el movimiento nacional ha determinado una corriente de amor que se ha concentrado alrededor del nombre y de la sustancia histórica de España, con aversión de los elementos forasteros que nos implicaron la ruina. Y como el amor propio, cuando se ha sobrenaturalizado por el amor de Jesucristo, Dios y Señor, toca las cumbres de la caridad cristiana, hemos visto una explosión de verdadera caridad que ha tenido su expresión máxima en la sangre de miles de españoles que la han dado al grito de «¡Viva España!», «Viva Cristo Rey!» .

Dentro del movimiento nacional se ha producido el fenómeno , maravilloso, del martirio -verdadero martirio , como ha dicho el Papa- de miles de españoles , sacerdotes , religiosos y seglares , y este testigo de sangre deberá condicionar en el futuro , bajo pena de inmensa responsabilidad política , la actuación de los que , depuestas las armas , deban reconstruir el nuevo Estado en la calma de la paz » .

En septiembre de ese mismo año el cardenal Pacelli reconocía el régimen de Franco nombrando a monseñor Antoniutti encargado de negocios. Meses más tarde era nombrado embajador, Nuncio, del Vaticano ante el Gobierno franquista de Burgos , monseñor Cicognani, y se nombra embajador de Franco en el Vaticano a Yanguas Messía. El Estado franquista quedaba definitivamente reconocido. Previamente, Franco había derogado la legislación laica de la II ª República reemplazándola por la doctrina cristiana. En 1953 se firma el Concordato, en los artículos 26 y 27 se entregaba todo lo referente a educación y moral en manos de la Iglesia católica. Exactamente igual que había pasado con el fascismo italiano.

El otro día, 13 de octubre de 2013, no en la Edad Media, ante este Papa, jesuita de formación y franciscano de vocación, una extraña actitud esquizofrénica, conmemorando la Memoria Histórica de la Iglesia, y olvidando la Memoria Histórica de las víctimas del franquismo – otra extraña actitud esquizofrénica-unos cuantos cientos de miles, se ha tenido la poca vergÁ¼enza de representar un acto de la Santa Inquisición, que ni Berrugete podría haber pintado mejor, proclamando mártires a los que lucharon con las armas y con la moral apoyando a los soldados de Franco contra los soldados republicanos.

Este Papa, ignorando absolutamente que “sus mártires” murieron luchando contra la República por orden del Papa Pío XI, como ya ha quedado dicho en su encíclica mencionada, va y dice: «Me uno de corazón a todos los participantes en la celebración, que tiene lugar en Tarragona, en la que un gran número de pastores, personas consagradas y fieles laicos son proclamados beatos mártires «.

Identificado con el franquismo, ignoró absolutamente a sus miles de víctimas. Y luego dice que él nunca ha sido de derechas. Muchas actitudes esquizofrénicas, ¿no?

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.