En un mundo tan decadente como el actual, donde una brutal avalancha de absurdos y materialidades embrutecedoras, están deformando de tal forma y manera, a las nuevas y no tan nuevas generaciones; resulta reconfortante buscar y encontrar en textos antiguos, manantiales de sabiduría, los que al ser leídos y meditados, parecieran que el alma crece y se esponja a límites inimaginables, puesto que con esas lecturas, el ser humano recupera nuevas esperanzas y piensa que lo actual, es un mal sueño, una pesadilla que pasará y que de nuevo, aparecerán otros maestros de la sabiduría verdadera y la que nunca muere, puesto que en si misma; forma y conforma algo así, cómo un inmenso manantial fresco y sereno, de cuyas aguas beberemos todos, hasta conseguir esa sociedad verdaderamente humana y por las que tantos y tantos han trabajado a lo largo de milenios; sin que tras tan largo espacio de tiempo, parezca que consiguieran algo… salvo que la realidad, explicada por otras viejas enseñanzas (hoy actualizadas) sean la clave de todo, ya que si es verdad que al ser humano, se le asignó la eternidad y un largo camino para llegar a ella, adquiriendo en tan largo camino… la perfección de los dioses… ¿Qué son y representan unos milenios conocidos y otros muchos de los que apenas si se tienen noticias?… nada, absolutamente nada.
Si ello es así (y la esperanza del sabio se decanta siempre hacia ello) resultaría que este planeta; y en la inmensidad del espacio, es sólo una mota de polvo, la que además; siempre ha estado poblada por seres, más o menos primitivos en lo verdaderamente moral y humano, aunque en lo material y tecnológico, avanzasen hasta puntos peligrosos; donde el pobre «aprendiz de brujo», ya no puede controlar su obra, puesto que nunca supo ni controlarse él mismo en sus propias carnes o apetitos, menos en él yo inmaterial que late dentro ó alrededor de cada cual, puesto que y al parecer… «no es el cuerpo el que contiene un alma, si no por el contrario, es el alma la que contiene a un cuerpo»… de ahí la lapidaria frase de «conócete a ti mismo»; y que analizada a fondo, se convierte en inmensidades de caminos para profundizar en la ignorancia del hombre, el que representado como sabio… llegado el momento cumbre, su síntesis… de su propia sabiduría, es otra frase lapidaria… «sólo sé que no se nada» (Sócrates) el que sí que sabía y mucho… pero y es lógico… ¿Qué sabía él de todo cuanto el hambriento de sabiduría desea aprender?… nada, o tan poco, que humildemente lo reconocía con esa frase, la que en si misma y que duda cabe de ello… encierra una gran sabiduría.
Pero es su discípulo Platón, el que nos habla de civilizaciones muy poderosas y antiquísimas (La Atlántida); por otra parte en otros libros, se nos habla de textos interesantes que había en las bibliotecas de Mexitlan, de bibliotecas enteras que se perdieron, cómo la de Nínive, que se ha reencontrado, pero de la que apenas se ha traducido muy poco. Del libro que se conserva de los Mayas, así como sus enigmáticas estelas grabadas en la piedra de sus monumentos; del que sigue siendo el misterio de Egipto y sus pirámides, que aún hoy no saben como fueron construidas y para qué.
La mayoría de las civilizaciones hablan de «un diluvio» que acabó con todo lo anterior. Los chinos hablan de sus sabios antepasados, muy anteriores a sus milenios de historia datada. Lo mismo hacen los hindúes.
En realidad muy poco sabemos de la historia del ser humano, a tenor con los millones de años que les dan de antigÁ¼edad, a los cráneos encontrados y cuya capacidad en neuronas, los sabios deducen, que era suficiente para pensar y deducir mucho, puesto que en la actualidad apenas empleamos la mitad de la capacidad de nuestro «arsenal pensante».
Todo ello nos dice que innumerables civilizaciones, nacieron y murieron y no tenemos noticia ni de lo que fueron ni a donde llegaron en avances tecnológicos o sociales.
Apenas tres milenios y con infinitas lagunas, son la historia del hombre actual. Todo ello no ha de servir de desconsuelo sino todo lo contrario y aplicar el pensamiento del estoico… «es igual si vives veinte o cien años… cuando mueres, sólo pierdes el momento de vida»; y a lo que se puede añadir… «El pasado, pasado es; el presente está pasando a gran velocidad; sólo (pues) nos queda futuro… hagamos todo lo posible para que ese futuro sea mucho mejor que el decadente presente que nos agobia, en unas prisas absurdas y que aceleradas muchísimo en el último siglo transcurrido… nos han llevado a lo que yo denomino… «ninguna parte», por los absurdos y vacíos en que hoy se encuentra la mayoría de seres humanos; que metidos en callejones sin salida… los irresponsables gobernantes no saben por donde tirar.