A veces, hay hechos inconscientes que delatan nuestro talante.
Algunas veces, cubrimos los hechos con una bonita capa de eufemismos, pero de poco nos vale…
Si en España hubiese un referéndum sobre la pena de muerte, en democracia esto sería correcto aunque legalmente inconstitucional. La democracia debe moverse dentro de un marco, la Constitución. De lo contrario, podría verse manipulada por los sucesivos gobiernos según sus tendencias, o por las propias circunstancias del país.
Foto: Daquella maneraY digo esto, no por hacer referencia a Cataluña, pues en el fondo, nos llevamos muy poco con ellos. Sino porque quiero hacer una reflexión sobre la condición humana. Soy miembro de un Foro en Internet. Hace poco consultaron a los asociados si se podía hablar de política y religión dentro del grupo. El resultado fue que sí, que se podía hablar siempre y cuando reinara el respeto; gracias a Dios- pensé-. En mi opinión, esta consulta se parece bastante al referéndum sobre la pena de muerte, salvando las distancias claro.
El hecho de convocar una consulta sobre algo que debería ser incuestionable es, en el marco personal y a todos los niveles, debilidad. En realidad se trata de una cobardía disfrazada de ecuanimidad. Por poner un referente histórico escogeré la famosa frase que dice: «yo me lavo las manos como Poncio Pilatos». Si examinamos los hechos que dieron lugar a esta frase, comprobaremos que lo que trato de explicar no es de hoy, sino que es de siempre. Hay cosas en las que no se puede transigir bajo ningún concepto. Momentos en los que uno no puede buscar la aceptación de nadie. Sólo las palabras amables que uno se pueda decir por haber hecho lo que es correcto debería de bastarnos