En el nombre del Padre, del hijo, y de quien sea menester, todos a consumir, regalos absurdos que se amontonan en el baúl de los recuerdos bajo la llave del olvido, recuerdos que ya todos los padres olvidaron salvo aquella postal que su niño o niña (no queremos romper la paridad lingÁ¼ística, no vaya a ser que nos la pongan como asignatura troncal para el curso venidero) le hizo en el colegio.
Todo lo demás es consumo por el mero hecho de consumir, un consumo vacío, superficial y sin ningún tipo de sentimiento más allá del mero cumplir con el compromiso, ¿estoy haciendo demagogia barata o esto repitiendo una verdad que todos conocemos?
Voy a optar por lo primero, sí, amigos, este artículo es demagogo, estoy intentando hacerme el interesante, presentarme como un tipo que va contra corriente, que defiende los sentimientos auténticos, verdaderos, el cariño del día a día por encima de fechas señaladas con fines comerciales, pero en el fondo sé, como tú, que nuestra sociedad se sostiene gracias a estos días.
Porque estos días tiran del consumo, y la economía liberal en la que estamos instalados sobrevive gracias al consumo, porque sin él no es nada. Si no consumimos, las empresas no producirán, y si las empresas no producen tendrán que despedir a gente, y esta gente irá a las listas de las oficinas del INEM y recibirán subsidios, y el déficit del Estado crecerá, y entonces se creará un nuevo Ministerio, por ejemplo, el Ministerio de Desempleados, y el déficit seguirá creciendo, más y más, y un día nuestro país, España, terminará por llegar a la bancarrota, y vete tú a saber que nos sucederá.
Por ello todos a consumir mañana, a regalar idioteces a nuestros padres, aunque vayamos en contra de nuestros principios, es por patriotismo, sí señor, ríete tú de la campaña esa que han sacado los famosetes de turno, nada de nada, España necesita nuestro consumo, dejemos a un lado nuestras convicciones, nuestras constricciones personales, nuestros ideales, es el momento de sacrificarnos por España.
Así que no te rías de ese tipo que sale ahora del centro comercial con un montón de bolsas en sus manos, ni del padre que luce orgulloso su corbata más hortera que otra cosa, nada, apiádate de ellos, no lo hacen por gusto, lo hacen por España, por defender a su nación.
He dicho.
(Aviso a navegantes: El artículo que acabas de leer ha sido redactado bajo el efecto de alucinógenos varios)