Hoy hemos conocido los datos de déficit público para el primer semestre del año y son realmente impactantes, ya que se situan en el 3.64% del PIB, doblando el porcentaje de déficit alcanzado en el primer trimestre de este 2009.
Toda situación de crisis económica requiere un esfuerzo del Gobierno en materia de déficit público para ir contra el ciclo económico recesivo y ayudar a la sociedad a recuperar su vigor anterior sin graves consecuencias para sus ciudadanos.
Por ello, y aún cuando los economistas más ortodoxos critiquen esta teoría, los Gobiernos deben incurrir en un gasto público mayor en épocas de crisis y dejar funcionar el mercado desde una posición vigilante en épocas de bonanza.
El problema viene cuando este déficit es excesivo ya que provoca falta de confianza en la capacidad del Gobierno para pagarlo y se suele concluir con una subida excesiva de impuestos para poder compensar la partida de ingresos, y ajustar, así, las cuentas públicas.
Porque el déficit público se genera por una doble razón, por un incremento en el gasto y por un decremento en los ingresos. Desgraciadamente, en época de crisis se dan ambos fenómenos por lo que el déficit se incrementa aún más.
En el momento actual los ingresos del Estado se están reduciendo de manera drástica, ya que cada vez hay más desempleados y, por tanto, menos ciudadanos cotizando y pagando impuestos, a la vez que los gastos se están disparando ya que todas las políticas contracíclicas necesitan recursos financieros.
Ello ha provocado que el déficit en España llegue a esta cifra peligrosa del 3.64% del PIB, que no es peligrosa por sí misma, pero sí, porque se ha producido en el momento intermedio de la crisis, por lo que es probable que se siga incrementando en los próximos meses.
Y ahí es donde radica el problema, porque el déficit actual es sostenible con nuestra carga impositiva, pero desde el mismo momento en el que los porcentajes sigan creciendo es seguro que el Gobierno incrementará los impuestos para compensar su déficit.
