Ya estamos de vuelta de estas siempre cortas vacaciones, precedidas por el cansancio y algo de angustia, por la situación de crisis (económica, política y social) que ha dominado el año 2010, en el que sólo observamos unos momentos de orgullo con en el gol de Andrés Iniesta en Sudáfrica, nos hemos ido con la esperanza de que el próximo año mejore, aunque temiendo que no sea así.
La noticia de que Zapatero ya tenía decidido su futuro (que yo imagino) no deja de ser una prueba del fracaso de un hombre que llegó al Gobierno como el gran renovador de la socialdemocracia europea y lo dejará como enterrador de muchos de los derechos de los trabajadores y trabajadoras (funcionarios, pensionistas, indefinidos, dependientes, etc.)
La Navidad es la época de la felicidad obligatoria por tradición española y un paréntesis este año para intentar aislar la preocupación que se ha instalado en la sociedad española, pero bien es cierto que el drama de los parados sigue ahí, creciendo y arrojando fuera del sistema de protección social a quien cumpla los plazos. Hemos visto imágenes de gente desesperada haciendo cola por la comida de las distintas beneficencias y entre tanto, escuchado que Zapatero tiene la firme intención de terminar su mandato, con independencia de que sea el próximo candidato de su partido en las elecciones generales del año 2012.
Por otra banda tenemos a Mariano Rajoy, con la única estrategia de los asesores de Génova “acosar a Zapatero hasta la extenuación” y sin ninguna excepción, al servicio de su impaciencia por llegar a la Moncloa por la vía más rápida que exista. Nos tratan de hacer ver desde el Partido Popular, que el problema de la deuda española es del Estado, lo cual lo simplifican al máximo para atribuírsela al Gobierno, es decir, a Zapatero, que de ese modo encarna todos los males del país, seríamos unos afortunados si fuera así. Pero por desgracia para todos, el problema de la deuda no se llama Zapatero, sino que España entera, tanto en sus cuentas públicas como en las privadas. Es decir, este país está muy endeudado, pero no sólo desde su Administración central, sino también desde sus bancos y cajas, desde sus empresas, desde sus familias y por supuesto desde los ayuntamientos y comunidades autónomas.
Así se puede percibir, que cuando Rajoy ataca a Zapatero – que dejará el país más saneado de lo que se comenta por imposición europea – por esta razón esconde su contribución al derroche desde las instituciones locales, provinciales y autonómicas que son gobernadas por el Partido Popular. Y ejemplos existen para dar y tomar.
Esta claro que Zapatero y su Gobierno han cometido muchísimos errores, pero los problemas de fondo de España no desaparecerán si ellos se van, sino que permanecerán anotados en las libretas de los siempre calificados como usureros mercados que nos financian. A todos, no solo al Gobierno. No se trata del quítate tú que me pongo yo y todo funcionará perfectamente. Por lo que a mí la vuelta de estas vacaciones me ha devuelto a realidad, aunque eso sí, con la esperanza de que aparezca un líder capaz de ser ese espejo que tanto necesitamos y poder trabajar todos sin excepción como hormigas laboriosas, algo que semeja difícil por la falta de democracia interna existente actualmente en los partidos políticos.
Pablo Ansede Espiñeira.