Aprovechando su participación en el ciclo “Del Cosmos al Celuloide. La Astrobiología a través del Cine”, que se celebró en CosmoCaixa Madrid el pasado diciembre, el geólogo Jesús Martínez Frías habló con SINC de la utilidad de estas jornadas, que defienden el uso del séptimo arte para conectar sociedad e investigación.
¿A quién se le ocurrió organizar estas jornadas en las que se utilizan fragmentos de películas para explicar fenómenos científicos?
La idea original se nos ocurrió a mi colega Rogelio Sánchez Verdasco –secretario general de la Asociación Española de Cine e Imagen Científicos (ASECIC)– y a mí durante una reunión en el Centro de Astrobiología. Lo que pretendemos es huir de las clásicas conferencias magistrales uniendo cuatro factores: ciencia, cine, divulgación y redes sociales.
¿Todos los filmes que se proyecten en estas conferencias serán científicos?
Hemos decidido que haya películas en las que el tema científico surge de manera colateral o accidental –por ejemplo en un western– pero que, sin embargo, constituyen la clave para su uso en divulgación y comunicación científica. En mi charla esto ocurre en relación con los meteoritos, con La Novia de Acero, un clásico del oeste de 1952, dirigido por Gordon Douglas.
En cuanto a los meteoritos, en su charla va a abordar su papel como mensajeros del espacio. ¿Qué filmes ha seleccionado para documentar su intervención?
Son fragmentos de cuatro películas: La Novia de Acero (Gordon Douglas, 1952), Monstruos de Piedra (John Sherwood, 1957), Deep Impact (Mimi Leder, 1998) y Bajo Cero (Frank Marshall, 2006).
¿Se trata de películas que guardan alguna vinculación con la astrobiología?
En algunos casos se relacionan directamente con la astrobiología y, en otros, la aparición de un componente científico puede ser secundaria e incluso circunstancial en el contexto general de la obra.
Puede parecer que la ciencia –que formula hipótesis y las rebate o corrobora– y el cine de ficción son polos opuestos. ¿Cómo colaboran ambas disciplinas?
Son mundos distintos, pero no sin relación. Además, el séptimo arte no siempre está basado en la ficción. En ocasiones la realidad constituye el mejor guión y el cine ofrece un componente audiovisual que es muy importante a la hora de transmitir un mensaje, sea este un sentimiento o un concepto científico complejo.
Muchos niños crecen viendo películas con tintes científicos: guerras en otros mundos, extraterrestres que invaden la Tierra o fortísimos virus que atacan a la humanidad. ¿Hubo alguna película que le marcara?
Sinceramente, no puedo decantarme por una película o estilo concretos que me hayan marcado más o menos que otros. Uno de los aspectos más importantes de esta iniciativa es que intentamos fomentar el espíritu crítico para el público sea capaz de detectar errores científicos en las películas y distinguir lo que es correcto de lo incorrecto, lo posible de lo imposible.
Además, la chispa de este ciclo de conferencias es precisamente esa: la combinación de diversos aspectos que se reflejan en varias películas. Esas distintas vertientes, si se combinan apropiadamente, nos permiten explicar un tema científico.
Usted participó en el vuelo de la NASA Leónidas MAC 2002 para el estudio de meteoroides. ¿Le ayudó esta experiencia a comprender mejor algunos de los mensajes ofrecidos por el cine?
El vuelo fue realmente fantástico, tanto en lo científico y profesional como en lo personal. Es una ocasión única para cualquier investigador. Aunque no me influyó en relación con el tema que estamos tratando, fue una experiencia ‘de película’.
Carla Rifaterra
SINC