Solidaridad, ¿un show para famosos?
Durante semanas, diversos medios de comunicación mostraron de forma reiterada vídeos de famosos que se tiraban encima un cubo con agua con hielos, lo que se conocía como el Ice Bucket Challenge. El “reto” consistía en grabarse a uno mismo mientras desafiaba tres personas antes de echarse encima un cubo de hielos o a donar 100 dólares a una organización que luchara contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que, en una fase desarrollada, puede provocar una parálisis completa del cuerpo. No existe cura, tan sólo un tratamiento que retrasa su avance.
El joven estadounidense Corey Griffin lanzó la iniciativa para recaudar fondos para la lucha contra la ELA en honor a su amigo Pete Frates, que padece la enfermedad. En Estados Unidos, la campaña ha recaudado más de 40 millones de dólares para la ALS Association. Griffin no llegó a conocer el alcance del éxito de su campaña porque murió cuando ésta se encontraba en plena efervescencia. Murió ahogado tras lanzarse al mar desde una heladería en la isla de Nantucket, desde donde Ismael se embarcó para dar caza a Moby Dick.
Lionel Messi, Shakira, Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Dani Alves, Lady Gaga y centenares de otros famosos fueron presentados en distintos programas televisivos como “héroes solidarios” sin haber verificado si en realidad habían donado a alguna organización. En España se produjo la paradoja de famosos que, como Gerard Piqué, donaron a la ALS Association y no a alguna de las organizaciones locales tan necesitadas de fondos para investigación y ayudas para tratamientos de los afectados. La recaudación en España fue testimonial, como explicaba Adriana Guevara, presidenta de AdELA. Sin embargo, destacaba también que miles de personas que nunca habían oído hablar de la enfermedad se concienciaron sobre ella.
Se criticó que, por una causa justa, se promoviera por otro lado el derroche de un bien escaso por el que algunas personas tienen que recorrer más de 10 kilómetros diarios. Se extendió un mal ejemplo y, que se haya convertido en “diversión” muestra una falta de sensibilidad contraria al argumento de que estas campañas refuerzan precisamente eso: la sensibilidad social.
Otra de las críticas proviene del hecho de que el desafío convierte la donación en “castigo” y el show de los hielos por parte de un famoso en el foco principal. Los famosos han aprovechado la adulación desde determinados canales para darse publicidad gratis cuando no necesariamente han hecho un donativo.
Como otras campañas, el reto hace de la recaudación de fondos, de la sensibilización y de la movilización solidaria un popurrí cuando conviene distinguir los fines de los medios. Se confunde el fin de una asociación que lucha contra la ELA (investigar para encontrar la cura, concienciar, dar a conocer) con unos medios, el dinero.
Se ha llegado a dudar del propio grado de conciencia de futbolistas y famosos que se tiran encima el cubo de agua helada, cuando podían haber grabado videos cortos donde explicaran la enfermedad y animaran a las personas a implicarse, con un donativo o como voluntarios.
Con fenómenos virales semejantes se corre el peligro de reducir las enfermedades y otras emergencias sociales a un simple problema de falta de dinero, o en un espectáculo que pocos recordarán al cabo de unas semanas.
Aunque se consiga recaudar fondos para la ELA, la falta de cura exige que se aborden cuestiones relacionadas con la investigación; se podría también implicar a facultades de medicina u ofrecer becas a investigadores, o exigir al estado que se implique en la investigación como política de salud pública, y no dejarlo sólo en manos de los laboratorios o las organizaciones privadas.
Si la costumbre amortigua la sensibilidad como sostenía Kant, las personas pronto se cansarán de estas campañas aunque persigan una causa justa. Resultaría interesante encuestar a la gente a pie de calle si recuerda el contenido del video Kony 2012, uno de los fenómenos audiovisuales de más éxito en cuanto a número de visitas y de donaciones conseguidas.
La campaña ha conseguido visibilizar una causa y generar un rico debate. Cada uno, en su conciencia, puede elegir una causa y comprometerse con ella donando, haciendo voluntariado, difundiendo información o haciendo lobbying para conseguir cambios sociales desde lo político.