Como si el tiempo no hubiera pasado, como si hubiéramos comprado un pasaje para viajar en el tiempo, de nuevo tenemos a Ruíz-Mateos con problemas empresariales, dando bandazos de culpabilidad a diestro y siniestro, pero nunca aceptando que la única causa para una situación financiera de bancarrota es la mala gestión.
Una mala gestión que parte de la falta de transparencia, que siempre acompaña a cualquier empresa dirigida por la familia Ruíz-Mateos, que como buen empresario de la vieja guardia, utiliza la demagogia como arma arrojadiza contra cualquiera que pretenda lanzar una mínima crítica contra su persona o sus empresas.
Durante los últimos meses ha estado intentando captar el dinero de los pequeños inversores a través de campañas agresivas en televisión, ofreciendo pagarés que no estaban bajo la supervisión de la CNMV, la cuál ha venido aconsejando, una y otra vez, el asesoramiento exhaustivo antes de contratar cualquiera de estos pagarés.
Si años atrás la falta de información podía propiciar cierta simpatía por el personaje que encarna Ruíz-Mateos y por su tenaz persistencia, ahora que gracias a las nuevas tecnologías se sabe todo de todos, espero que nadie pueda tener ninguna simpatía por un empresario que asentaba todas sus empresas en paraísos fiscales y que acumulaba un tremendo agujero con la Seguridad Social, esa que sostiene a España, que él dice tanto defender.
Todavía existen en España un grupo de empresarios de esta calaña, hombres hechos a sí mismos, de ética laxa y de oratoria demagógica, los cuáles hacen flaco favor a la evolución empresarial española y a la imagen que damos como país en el extranjero, siempre supeditados a estereotipos que el tiempo ha ido puliendo.