Nos hallamos ante el frontispicio de la fecha para la celebración de las elecciones generales, y me llama la atención que cuando por parte del Partido Popular y cara al electorado, se ha dado un enfoque en clave nacional a las pasadas elecciones municipales del pasado 22M no se ha oído nada sobre aquel proyecto estrella del PP, me refiero al trasvase del Ebro. O ha quedado, de por vida, arrumbado en el baúl de los recuerdos o los populares lo guardan para sacarlo en el momento que ellos consideren más adecuado para sus intereses electorales.
Con la consecución de ostentar el PP la presidencia del Gobierno de Aragón gracias a un pacto con el Partido Aragonés Regionalista (PAR) y con el posible acceso de la derecha al Gobierno de España, los sondeos así lo anuncian, volveremos a la misma situación que se daba cuando el PP en la legislatura 1996-2000 ostentó la presidencia del Ejecutivo español. En España gobernaba el PP, presidía el Gobierno José María Aznar, y en Aragón también gobernaban los populares, fue en el periodo 1995-1999, tres años coincidieron los populares al mando de los dos ejecutivos (1996-1999) durante los cuales podrían haber llevado a cabo, o al menos comenzado, el trasvase del Ebro, ni tan siquiera se puso esa primera piedra a la que tan aficionados son en el PP, a las primeras piedras y a la primera traviesa del AVE, en esta última obra no pusieron ni dos palmos de raíl. Esta coincidencia, gobernar en Aragón y posiblemente también a nivel de Estado, creo que reúne las condiciones precisas para que desde las filas populares sus prebostes más significados comiencen ya a hablarnos, a ilusionar sobre el porvenir del trasvase del más que mítico río y demostrar con ello que lo del Ebro no es simple palabrería o demagogia electoralista.
Si a partir del 22 de noviembre, caso de ganar el PP las elecciones generales según las encuestas, eso en su momento se verá, pero si nos dejamos guiar por ellas podría ser, es de esperar que no se pierdan otra vez esos años coincidentes en el Gobierno a los que antes me he referido que por lo enfriado que veo el tema me barrunto que puede volver a ocurrir. Si esto es así nos podremos encontrar con que en 2016 y caso de seguir el PP al frente del Gobierno de España y en Aragón no, se dé lo mismo, es decir, que el PP pierda la mayoría en esa región, volvamos a tener que oír lo mismo que ya en su día, cuando solo gobernaban en España (2000-2004) los populares y en Aragón no, dijo el ex ministro de Agricultura, Arias Cañete, que el trasvase “se haría por huevos” poniendo en su boca palabras de Aznar y añadiendo él: “y además porque hemos perdido en Aragón las elecciones”, al parecer Aznar se refería a los huevos de gallina, pero esa especie de amenaza y venganza según las palabras de Arias Cañete, de “…porque hemos perdido en Aragón” por la oposición de los aragoneses, gobierno y ciudadanos, al trasvase, esa amenaza no se llevó a cabo, o sea que está claro: los “huevos” eran de gallina y tampoco se llegó a la colocación de una de esas “famosas” primeras piedras.
No sé porqué imagino que en el PP van a ser muy prudentes en la campaña electoral que se avecina, y mucho antes, a la hora de “venderle la cabra” a los agricultores, porque su socio, el que les ha apoyado para conseguir el Gobierno de Aragón, el PAR, es precisamente y como su nombre indica, un partido regionalista y ya sabemos estos partidos lo “remirados” que son a la hora de ceder parte de algo que ellos consideran muy suyo, vamos, que seguro que no van a estar de acuerdo, eso hasta se puede firmar, por lo que Rajoy tendrá que echarle muchos “huevos” a la cosa, para aprovechar el tiempo desde el primer minuto para que no pase otra vez lo mismo que sucedió en la “era aznariana” de 1996-2000: que no se coloque ni la primera piedra. En cualquier caso, a muchos les gustaría que en el PP se volviera a hablar del Ebro, pero esta vez en serio. Los actos reivindicativos que el PP alicantino organiza en el cono sur de la provincia de Alicante no son más que un brindis al sol. Mantener el fuego sagrado. Pero Madrid es quien tiene la última palabra. Sin olvidar a los regionalistas aragoneses.