La reforma constitucional ha legitimado al “leviatán legal” para someter a sus súbditos a la hipnosis retórica de su malestar de clase. Mientras Aguirre enseña su nómina de 5.000 euros mensuales a bombo y platillo, miles de ciudadanos descendidos al sótano social, se sienten paralizados por la duda existencial entre jugar a votar o retirarse a tiempo de una partida con triste final.
A menos de dos meses para que suene la flauta electoral, la serpiente roja alienada por las notas azules de sus cantores, siente el miedo a salir de su cajón y sufrir los azotes ocultos de su depredador.
Los recortes drásticos en ambulancias y pupitres por parte del “marianismo a priori a la Moncloa”, son los factores del miedo colectivo que sienten aquellos que, bajo el hechizo demagógico de “la culpa fue de ZP“, comienzan a despertar del diván somnoliento de su letargo.
La quietud de los reptiles o, dicho de un modo menos metafórico, la falta de transparencia del partido de los pudientes, invita a la masa crítica de los indecisos soberanos a ejercer su libertad política sin el bastón cómodo de la razón. La falta de concreción y la ausencia de programa en las filas “rajonianas”, oscurece las reglas del juego democrático y envuelve la política en un escenario de misterios, inquietudes y ansiedades.
La disyuntiva entre la “agenda oculta” de Mariano y la “segunda parte de Zapatero“; siembran la duda en aquellos que necesitados del Estado para solucionar sus problemas existenciales, se ven prisioneros entre: el miedo al neoliberalismo exacerbado del “misterioso programa de los pudientes” y la falta de confianza en Alfredo, por su incoherencia entre sus promesas electorales y sus hechos ejecutivos. El indeciso de hoy sufre en su silencio, la disonancia cognitiva entre el castigo rojo, encomendado por la retórica de su demonio, por las infidelidades de su partido y, el voto de confianza que merece todo mortal por los errores de su pasado.
La sombra del dóberman de los tiempos de Felipe ha vuelto a vislumbrarse en los recovecos ocultos del ideario colectivo. Hoy más que ayer, el ruido vivo del ladrido despierta la duda paralizadora entre; atravesar la frontera del guardián o quedarse quieto ante las consecuencias nefastas de la papeleta. Los recortes en profesores y médicos al estilo de Aguirre y Cospedal sientan los factores del miedo que decíamos atrás. El cumplimiento autonómico del “déficit constitucional” como sinónimo de desmantelación del Estado de lo Social, o dicho de otro modo, la diferencia entre ingresos y gastos por la vía del empobrecimiento de los débiles es el jarro de agua fría que ha despertado miles de equivocados.
La “fórmula mitinera” de toda la vida, o dicho en otros términos, el “gancho político” de la “chaqueta de pana marrón” y el aplauso incondicional de los fieles de partido, debe reinventarse en otras fórmulas más eficaces de comunicación política. Las redes sociales son el instrumento adecuado para salvar la desventaja política de los partidos minoritarios. Gracias a twitter y facebook, la voz pluralista de la izquierda puede romper los privilegios de pantalla del bipartidismo actual. Las herramientas de la red permiten romper el monólogo mediático del mitin y abrir diálogos informales ajenos al corsé formal del marketing electoral. Por su parte, el debate como herramienta de confrontación dialéctica permite al elector racional comparar en tiempo real los márgenes de divergencia y convergencia del discurso poli-crómico de sus líderes de partido. Finalmente, la fórmula de asamblea ejercida en los últimos meses por el candidato socialista ha emulado los foros clásicos de Grecia tras la resurrección de dicha práctica por los “camorristas y pendencieros” de Esperanza.
En vísperas electorales marcadas por “programas misteriosos“, “agendas ocultas” y “políticos cuestionados por la losa de su pasado” es cuando el “hombre-masa”, que decía Ortega y Gasset debe exigir a sus posibles representantes, programas concretos con objetivos medibles, alcanzables y controlables. La crítica ambigua y ausente de alternativa es la coartada perfecta de la derecha para hipnotizar a aquellos que sin razón votan desde el corazón.