España es una potencia mundial en Turismo, dicho así no suena a nada nuevo, pero lo que podía ser una intuición más o menos confirmada por los hechos, ha sido certificada por la Organización Mundial de Turismo que nos coloca en la cuarta posición del mundo por recepción de turistas.
Esta clasificación está liderada por Francia, seguida por Estados Unidos y China, que nos ha robado esa tercera posición, relegándonos a la cuarta. Sin embargo, no es algo que debiera quitarnos el sueño, porque aunque quedamos cuarto por volumen, seguimos segundos por calidad.
Y todo el mundo sabe que la calidad del turismo, desde el punto de vista del país receptor del mismo, se mide por los ingresos que éste genera, y en ese sentido nos situamos en la segunda posición mundial, sólo superados por Francia.
Estos datos vienen a refrendar que el turismo en España goza de muy buena salud, con unas infraestructuras envidiables y una metereología con la que pocos países pueden llegar a soñar, aunque todavía tenemos un amplio margen de mejora.
Podemos mejorar en la calidad del servicio que ofrecemos a los turistas que nos vienen, partiendo de un mayor conocimiento de idiomas de los profesionales del sector en particular, pero también de la sociedad en general, lo cuál ayudaría a la calidad de la experiencia de los turistas.
Por otro lado, se está produciendo una cierta tendencia a competir en precio con destinos emergentes de playa, lo cuál redundará en una pérdida de competitividad en el medio-largo plazo. España ya pasó la época del turismo de sol y playa, siempre bienvenido, pero ahora caería en un error si pretende competir en precio, teniendo la obligación de competir en productividad.
Y, por último, necesitamos una mayor promoción exterior de España como destino. Es cierto que la Secretaría de Estado de Turismo se está moviendo dando los pasos adecuados, pero todavía es insuficiente ya que necesitamos una mayor proyección internacional, llegando a países en los que todavía no hemos copado la cuota de mercado suficiente.
En definitiva, el turismo sigue siendo nuestra gran baza para el futuro, debiéramos cuidarlo sin menospreciar su valía y su capacidad para generar crecimiento económico, aunque sin olvidarnos de otros sectores con mayor potencial de productividad.
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