“Aprender a ser uno mismo es más importante que saberse todos los libros del mundo. Esa es la verdadera cultura, el cuidado de uno mismo. Aprender es tener curiosidad, preguntarse si las cosas y nosotros mismos podrÃamos ser mejores. Atreverse a saber es seguir vivo y jovenâ€.
Asà comenzaba Ãngel Gabilondo, Rector de la Universidad Autónoma de Madrid, su conferencia en el Aula de Cultura de la cárcel de Valdemoro, en Madrid. Más de un centenar de presos y un grupo de voluntarios de Solidarios compartieron algunas reflexiones sencillas y profundas con este humanista.
Vivimos en un mundo enfermo, como decÃa Montaigne, entre otras cosas por la falta de amistad y por la falta de comunicación. Para la salud hace falta ese algo más, porque hay quien no tiene enfermedad pero no tiene salud.
Van quedando pocos espacios para la palabra. Es urgente recuperarlos, pues la verdad, como se expresa en “El Banquete†de Platón, es algo que no poseemos ninguno, sale del diálogo. Para ello hay que dejar hablar.
“No es tanto que hables de algo sino que algo te hace hablar, no es hablar del amor sino hablar como un enamorado, hablar de aquello que vives y sientes. La palabra sirve para expresar lo justo. Decir lo que piensas, hacer lo que dices, que tu palabra esté a la altura de sus hechos. Tener palabra… si conoces a alguien asÃ, no lo abandones nuncaâ€, afirmaba el rector.
“DeberÃamos leer, no mucho, sino mejor. La escritura es buena para la memoria, pero hay una escritura que se hace en el agua y otra que se hace en el alma. Es ésta la que entra en ti, como semilla que crece, fructifica y germina. Leamos de esa formaâ€.
Se trata de aprender a elegir, porque gobernarse a uno mismo es aprender a preferir. A veces es pasear, pensar, hacer deporte; otras, mirar, escuchar, conversar, tener actitudes de amistad. Ser culto es también buscar la sencillez de una vida cuidando de uno mismo. Cuando estamos atentos, las cosas nos despiertan emoción, afectos, ilusión, deseo.
“E-moción significa moverse, pero pensar no es dar vueltas a la cabeza, es tener en cuenta al otroâ€. El que no siente, no está vivo. Debemos ser capaces de emocionarnos, con-movernos. Y aprender a vivir con la propia soledad. Somos singulares e irrepetibles y el precio de la singularidad es un cierto tipo de soledad. El amor no es algo que va de un ser a otro sin más. Tiene sentido si de los dos parte en dirección de algo otro. Amar es ir tras algo junto a alguien. La soledad se asà hace más llevadera. Necesitamos que nos quieran como somos. Sin olvidar que este momento concreto, la intensidad de cada instante es lo que da sentido a nuestra vida. Se facilita con la amistad, porque la salud y la alegrÃa también se contagian. Contagio es con-tacto, proximidad. Tener alguien con quien hablar.
Es muy sana cierta distancia de sà mismo, el cultivo del silencio, imaginar, soñar. Se trata de que el pensamiento sea una forma de vivir. Hay que hacerlo, es un gesto. Porque nadie aprende a nadar sin mojarse, ni se engorda por ver libros de cocina, hay que hacer el movimiento.
La cultura no es una actividad mental. Es el cuidado y cultivo: sembrar, regar, esperar a que fructifique. ‘La amistad es el valor absoluto del aprender, de compartir algo con alguien, la palabra compartida. Vuelen cuanto antes de aquÃ, lo mejor posible, los necesitamosâ€. Asà concluyó la charla, y cuando abandonaba el Centro preguntó cuantos internos habÃa allÃ. El director de la cárcel respondió que 1.500, y el Rector matizó, son 1, 2, 3… hasta 1500. Cada uno es una historia, un rostro, una esperanza. Sabia lección de quien se mueve a diario entre universitarios y sigue aprendiendo.
MarÃa José Atiénzar
Periodista