Cuenta una leyenda, que el alma del hombre está rota y que busca llenarse de cualquier forma. Tal vez, sí, en cierto modo, el hombre busca no sólo saciar su hambre o su sed, o su necesidad de vestirse para abrigarse del frío, también necesita alimentar su intelecto y cultivar su espíritu, llenar su alma. Hablando del hombre como ser individual, estas prioridades pueden cambiar si miramos al hombre como parte de una Sociedad, y de una civilización, lo que nos plantea las siguientes preguntas: ¿qué es ser civilizado? O ¿cómo vivimos civilizadamente? Preguntas que cada persona en algún momento ha intentado responder.
El pensador J. J. Rousseau, reconoce que a pesar de todos los males que la Sociedad trae consigo también hay buenas ventajas de vivir en Sociedad, y que para soslayar los puntos negativos sociales que él observaba proponía encontrar un modo de organización en la que el individuo se someta a la Ley sin perder su Libertad; pensamientos básicos del tratado de su autoría “El contrato Social”, publicado en el año 1762.
Desde la publicación de “El Contrato Social” a la actualidad han transcurrido 252 años, un corto tiempo en términos de evolución, y que nos hace reflexionar sobre cuánto hemos avanzado en este rango de tiempo, pues la Sociedad de Rousseau y la Sociedad nuestra, pareciera ser la misma.
Lo diferente de nuestras Sociedades, es que observo un buen comienzo de una intención verdadera de que todas nuestras acciones sean con responsabilidad social, a lo que también se suma el pensamiento nuevo de que nuestras acciones sean responsables con nuestro medio ambiente. No obstante siempre hay discrepancias.
La responsabilidad social, a mi juicio, nos llama a reconocer la diversidad del grupo humano que compone una Sociedad, y según los estudiosos “de la carga, compromiso, u obligación que como miembros de la sociedad tenemos entre nosotros, o para la sociedad en conjunto; y sobre la valoración negativa o positiva con que una decisión impacta en la Sociedad”, este concepto de responsabilidad social también es aplicable a las decisiones empresariales y comerciales con que se impacta, hasta el momento, en forma negativa el medio ambiente.
Un rol protagonista tiene el gobierno en esta tarea de instalar el concepto de responsabilidad social, y medioambiental, a nivel país, y también a nivel internacional, ya que generar conciencia sobre el impacto de nuestras acciones como Sociedad, y civilización, puede ser la chispa necesaria para dar curso a una innovadora Humanidad, tanto en el trato con nuestros semejantes, como también en el trato que le damos a nuestro planeta, del cual hasta ahora hemos estado desconectados. Esta desconección es a raíz de nuestro errado concepto de civilización. La prioridad de los gobiernos debe ir más allá de resolver cómo producir más alimento, o de generar más ingreso percápita, pues una buena economía no siempre resuelve el tema de la responsabilidad social, tanto con el grupo humano como para el medio ambiente. Debemos reeducarnos para una vida ecológicamente sustentable.
Mas, en tanto unos pensamos en cómo ser responsables en la forma en que explotamos los recursos del mar, o de la tierra, otros priorizan el expansionismo territorial, pues es realmente inesperada esta invasión, la rápida anexión a Rusia del pueblo libre de Crimea soberanamente gobernado por Ucrania, y que contradice los Derechos Soberanos que en teoría debieran disfrutar todas las naciones del mundo, derechos territoriales inalienables.
Aún más, sorprende observar lo entrampados que pueden estar los procesos sociopolíticos de Venezuela, que se vulneren los Derechos Humanos a vista y paciencia de todos. Venezuela necesita de nuestra solidaridad, y de la asertiva mediación internacional. Deseamos que Venezuela viva días de Prosperidad, y Paz.
Para evitar este dolor de la represión que produce una mal llevada Democracia, podemos decir que uno de los desafíos más importantes de todo gobierno es ser garante de nuestro Derecho a vivir en Democracia, y garante de nuestros Derechos Constitucionales, porque, en ocasiones, se lleva con tal rigidez el mantener el orden social, que se recurre a las fuerzas armadas, y mantener el orden a través de las armas da lugar a muchas aberraciones, abusos de autoridad militar, un daño irreparable a la dignidad de las personas, y escribir malos días en los libros de historia. Tal vez, la lentitud de reacción de los actores políticos ha generado con toda razón, una ciudadanía desconfiada y a la defensiva, que se siente utilizada pero no reivindicada, y en el caso de Venezuela, reprimida; y es un esfuerzo mayor el regreso a la tranquilidad social, un proceso de reconciliación complejo, pero posible, aunque sea ingenuo de mi parte decirlo.
Es un sentimiento equivocado de los gobiernos ver como enemigos a los miembros de su Sociedad cuando se manifiestan pacíficamente para expresar en qué es posible mejorar. Pueblo y gobierno son buenos aliados, uno en su rol de dirigir y liderar, el otro en su rol productivo, y como es el pueblo el que trabaja con el sudor de su frente en muchos casos, es obvio que desee ver al final de su jornada una justa retribución, calidad de vida en todo sentido: educación para sus hijos, salud, cultura, apoyo al emprendimiento, sin tener, a ciencia cierta, ningún gobierno la receta perfecta de la felicidad, pero sí un perfeccionamiento constante en las políticas Sociales que contribuyen a hacer un trabajo conjunto para lograr desarrollo y progreso del que se beneficien todos con responsabilidad social; por eso, es bueno y sano que exista oposición, ello fortalece el gobierno de turno.
Ojalá, a la brevedad, tanto UNASUR como la OEA, y la ONU sean mediadores eficientes para generar mesas de diálogo que hagan fluido el proceso de la búsqueda de soluciones en las diversas regiones en conflicto, en primera instancia Venezuela, y también en Ucrania y Rusia, y por último, Corea del Norte y Corea del Sur, porque siempre es tiempo para la alta Diplomacia como ejemplo de mediación, diálogo, y reconciliación, sobre todo tratándose de naciones hermanas.
Que como Humanidad siempre nos gane la nobleza, que nuestros líderes ejerzan con sabiduría el poder que se les ha entregado en procesos libres, constitucionales, y soberanos; porque la Fuerza del liderazgo de los gobiernos no está en las armas, sino en el respeto hacia el pueblo,y en los lazos de amistad y solidaridad con las naciones hermanas, y en el desarrollo de tecnologías amables con el entorno; si ello sucede, entonces, la Humanidad puede dar garantía a las nuevas generaciones, que sí, crecerán por el valor Humano de la Paz.