El vaso puede estar medio lleno o medio vacío, depende de los ojos con los que se mire, los ojos del optimismo o los ojos del pesimismo, la mirada del Gobierno o la mirada de la oposición, la visión del que defiende o la visión del que ataca.
Ahora estaremos unos días con todos los politicuchos de este país tirándose los trastos a la cabeza, unos diciendo que el dato de desempleo registrado del mes de diciembre es bueno porque se está desacelerando la destrucción de empleo, y otros diciendo que el dato es malo porque se sigue destruyendo empleo.
Luego estarán aquellos que nos vanagloriamos de ser objetivos, como si tal adjetivo pudiera aplicarse honestamente a alguien sin caer en una falacia semántica, y comenzaremos a relativizar las opiniones y a ofrecer diferentes puntos de vista.
Pero la verdad, o al menos la mía, es que el dato del mes de diciembre no es que sea malo, es peor. Es cierto que se está destruyendo menos empleo que hace un año, pero también es cierto que ya hay menos empleo que destruir.
Es decir, no se está destruyendo menos porque se estén tomando las medidas oportunas, sino porque el empleo que se tenía que destruír con la crisis ya se ha ido destruyendo en este pasado año, por lo que el desempleo registrado en las oficinas del INEM nos dice que estamos tan mal como pensábamos.
Porque si este dato nos habla de 3.923.603 desempleados registrados podemos pensar que la cifra real de desempleados rondara los 4.500.000, lo cuál es realmente preocupante y no tiene visos de sencilla solución.
La mayoría de estos desempleados es gente sin formación alguna más allá del empleo que ha venido desempeñando en los últimos años, que ahora ya no es productivo. No aporta valor añadido a la economía ni a ninguna empresa.
Por ello, el Gobierno debe dejarse de discursos cara a la galería, ponerse el mono de trabajo y dedicarse a solventar la solución. Debe de realizar cursos de formación útiles para los trabajadores desempleados y reformar, de una vez por todas, la regulación del mercado de trabajo, permitiendo su flexibilización, y con ello beneficiando la contratación indefinida en detrimento de la temporal.
Sin embargo, para conseguir olvidarse de los focos de la actualidad y de la universalidad de la Presidencia Europea hacen falta estadistas de talla y no administrativos avanzados en forma de políticos.
En definitiva, hasta que el Gobierno, con la ayuda de la oposición, no se plantee un horizonte temporal a medio plazo, en lugar de la publicación de la siguiente Encuesta de Población Activa, cualquier acción para fomentar el empleo estará condenada al fracaso.