En política, como en la vida, se habla más con los hechos que con las palabras, y mientras que las palabras hablan de elecciones generales en marzo los hechos dicen lo contrario y las sitúan en noviembre, con anuncio en septiembre, o al menos eso se desprende de la decisión de cambio de gobierno realizada hoy por Zapatero.
El colocar a Blanco como portavoz del Gobierno tiene un claro mensaje de provisionalidad, ni Blanco tiene la elocuencia suficiente como para ocupar el cargo, ni tiene sentido que el Ministro de Fomento sea la voz del Gobierno. El tandem Zapatero-Blanco empezó junto en toda esta historia y juntos se quieren marchar.
De la misma forma, aunque Camacho sí tiene capacidad para ser Ministro, no tiene el peso político suficiente como para aguantar hasta marzo, y más estando envuelto, como está, en el caso Faisán. Sería una presa demasiado fácil para el Partido Popular que no dudaría en acribillarlo de aquí hasta marzo.
Por ello, nos quedaremos con los hechos y no con las palabras, y entenderemos que habrá elecciones en noviembre para que Rubalcaba aproveche los buenos vientos del verano e intente enderezar la vela socialista. No sé como le irá, pero si hay alguien que puede derrotar a Rajoy contracorriente ese es Rubalcaba.
Ahora bien, no podemos olvidar que hoy en día los políticos pintan poco o nada, y que todo depende de los mercados internacionales. Si de aquí a septiembre seguimos inmersos en la crisis de deuda soberana que se sigue agravando día a día, ahora con Italia metida de lleno, es más que posible que Zapatero se vea obligado a apurar la legislatura para no poner más nerviosos a los que manejan los hilos.
Por tanto, nos curaremos en salud, y como todo buen apostador que se precie cubriré mi jugada, apuesto a que habrá elecciones en noviembre, a no ser que la situación se complique y haya que aguantar hasta marzo. ¿Se te ocurre alguna forma mejor de tener siempre razón?
