El frío no perdona
Gladys, anciana de 80 años, pidió mantas a la Cruz Roja para poder pasar el invierno en Barcelona. En la casa de Tania, en Grecia, no hay calefacción, hace hogueras con muebles viejos y ramas. Dos países diferentes, misma situación. La dureza del invierno no se adapta a quien no tiene medios para soportarla.
Las facturas de la electricidad o el gas hacen temblar la economía doméstica, y la temperatura del hogar no es la más apropiada. A esta situación se enfrentan 50 millones de europeos que sufren la denominada «pobreza energética». La pobreza energética se refiere a los consumidores que destinan más del 10% de sus ingresos para pagar las facturas de la energía para sus casas. Estas personas no son capaces de mantener su casa a una temperatura adecuada por un precio adaptado a su situación económica. En una casa mal climatizada, sus habitantes están más expuestos a problemas de salud relacionados con el frío o la humedad. Los enfermos crónicos, ancianos y niños son los más afectados.
José Luis López, director del proyecto ‘pobreza energética’ de la Asociación de Ciencias Ambientales confirma que el número de pobres energéticos ha crecido en España un 5% en solo dos años, espoleado por la reducción de los ingresos de las familias a causa del paro y la subida del precio de la energía. Otra causa de la pobreza energética es la mala calidad de las viviendas. En España el 60% de casas se construyó con anterioridad a la normativa de regulación térmica. Estos edificios pierden calor y necesitan más energía para mantener la temperatura.
En el último informe realizado por Cruz Roja muestra que el 33,3% de las 360.000 personas mayores atendidas no pueden poner la calefacción ni una hora al día. «A causa de que las personas mayores se ven obligadas a ayudar, sus condiciones de vida están empeorando y se empeñan en ayudar como sea, para que sus familiares no tengan que pedir la ayuda por otra vía» dicen desde Cruz Roja. Tener electricidad en casa parece un servicio al alcance de todos. Pero no es así. Casi una cuarta parte de la humanidad carece de acceso a este bien, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA).
El número de pobres energéticos crece cada año porque no pueden pagar el calor. El dinero vuelve a primar sobre la vida una vez más, y ya van demasiadas.