No importa correr el riesgo de que se me tilde de andar corto de imaginación con este titular. Lo escojo a sabiendas.
Dos ideas fundamentales separan a los cubanos hoy. Los que están a favor y los que están en contra del embargo de los Estados Unidos contra Cuba. Ya no se es castrista o anticastrista pues esa dicotomÃa, antes fundamental, junto con todas las categorÃas que antes derivaban de ella (revolucionario vs contrarrevolucionario, socialismo vs capitalismo, etc…) han ido pasando a un segundo lugar, no sólo entre los cubanos, sino en el todo occidente cristiano.
Fuera de Cuba, ese tema se ha mezclado, gracias a una sutil propaganda que lleva más de veinte años en acción, con la idea del bien y del mal. No vamos a detallar aquà todos los casos de esta afirmación pues resultarÃa largo y tedioso, concentrémonos más bien en los hechos.
A pesar de las alegrÃas on-line, la reciente derrota de los demócratas en las elecciones no suprime por arte de magia esta tendencia ideológica, que es de fondo. Una buena mañana, dentro de muy poco tiempo (si no es Obama será otro), veremos un presidente norteamericano anunciando la normalización entre los dos paÃses. Aunque la decisión afecte a 15 millones de personas, no se tratará de un acto formal.
Todo ocurrirá de la misma manera que se impuso. Sin bombos ni platillos. El impacto mediático del anuncio, durará lo mismo que un merengue en la puerta de un colegio, porque para ese entonces, como ya ocurrió alguna vez en el pasado, el primer socio comercial de la isla de Cuba serán los Estados Unidos. La familia cubana, reunida por las remesas y los intercambios fluidos ya no tendrá nada que celebrar.
Con el paso de los años, los veinte millones que se destinan anualmente para ayudar al restablecimiento de la democracia en Cuba, han enraizado un clientelismo cuyo único objetivo presente es el de mantener, cueste lo que cueste esas subvenciones federales. Sin embargo, aunque talento no falta, hasta el dÃa de hoy, todo ese dinero no ha resultado suficiente para hacer emerger dentro de la sociedad civil un lÃder consensual con un discurso claro y audible.
El lobby anti embargo, como ya se indicó, cuenta no sólo con una parte de esa millonaria ayuda, sino también con la maquinaria propagandÃstica de la dictadura raulista. Aquà hay que añadir los recursos privados, incalculables, de los empresarios cubanos, quienes claramente se han manifestado a favor de la normalización. Asà pues, enemigos antes irreconciliables han venido a encontrarse debajo de una misma mata de mango.
Es lo que hay o como dirÃa Zoe Valdés. “Eso fue lo que trajo el barcoâ€.
¿Todo esto significa sólo hay que sentarse a esperar que ocurra? ¿Y los muertos en la guerra civil del Escambray y en el mar todos los dÃas? ¿Los fusilados? ¿Qué pasa con el sufrimiento con las familias aún divididas? ¿Quién será responsable de La Habana, del paÃs en ruinas? ¿Qué pasará con lo que los castro se han robado durante todos estos años? ¿Morirán en fin los dictadores en sus camas? ¿Veremos a sus sucesores amasando impunemente fortunas como en Rusia?
La polÃtica también es un espectáculo y los cubanos parecen haberlo olvidado o no lo han comprendido nunca. Aunque el futuro no está escrito, si no se hace nada, estas y muchas otras cosas dignas de asombro y asco, sucederán unas tras otras. Dinero hay. Depende de todos nosotros y de un lÃder que asuma las consecuencias del discurso intransigente que se impone para que no haya borrón y cuenta nueva. ¿Quién se animará? That is the question.