El pasado mes de diciembre la cúpula empresarial de la Comunidad Valenciana se reunió con el presidente de la Generalitat, Albert Fabra, al que exigieron que suba los impuestos. Concretamente aumentar en tres o cuatro puntos el IRPF y el copago sanitario y en materia de educación. Hay que recordar que los empresarios a más de pedir el abaratamiento del despido, han solicitado también que haya contención en materia de salarios.
Una vez más se pone de manifiesto el enorme “cariño” y “consideración” que los empresarios dispensan a sus trabajadores, seguramente han pedido esto del aumento de impuestos, el IRPF, por cierto Rajoy les ha hecho caso, y más que les hará, y el copago en sanidad y educación más que como un gravamen al bolsillo de los trabajadores, lo hayan hecho como un modo como cualquier otro de “felicitarles” las Pascuas dada la proximidad de las fechas navideñas.
La verdad es que estas recomendaciones al Gobierno por parte de la patronal me dejan altamente sorprendido a más de extrañado, extrañado porque no entiendo como muchos de estos empresarios que no saben gobernar sus empresas, van a salto de mata y a trancas y barrancas, ya sean buenos o malos tiempos, y se permiten la osadía de confeccionar la hoja de ruta para dirigir al país. También se ha permitido el presidente de la CEOE, Joan Rosell, apuntar el que se debe despedir a muchos funcionarios. Probado está que la osadía de los humano no tiene límites y que a este país le está perjudicando muy mucho el que haya muchos empresarios, bastantes más de lo que parece, que son empresarios de vacas gordas, es decir que sus empresas van bien cuando todo va bien por pura inercia, pero que su falta de iniciativa, de recursos para salvar obstáculos cuando vienen las vacas flacas, de imaginación, de creatividad y de capacidad de reacción ante la adversidad es más que notoria. Lo que este país necesita son empresarios capaces, empresarios bien formados, que los hay, pero desgraciadamente no en la cuantía necesaria, se le exige formación al trabajador pero no al empresario, cuando en realidad es este el que debe estar capacitado para dirigir una empresa, el que como un capitán de barco debe contar con la suficiente experiencia y pericia para que el barco no se vaya a pique en medio de una tormenta. No sirven los capitanes que sólo saben pilotar el barco cuando el mar está en calma y cualquiera es capaz de coger el timón y llegar a puerto.
Está bien que se exija preparación a los trabajadores, como antes he dicho, pero ¿por qué no se les exige esa preparación a los empresarios? Un empresario, aunque él no se haya enterado, no solamente tiene la responsabilidad de dirigir bien la empresa, su responsabilidad mayor es la de conseguir que las familias, sus trabajadores que de su negocio dependen no se vean abocadas a situaciones desesperadas por el hecho de que la empresa donde trabajaban se haya ido al traste, se haya hundido como consecuencia de una mala dirección. El empresario debe velar por el bienestar de sus trabajadores que son lo que le ayudan a enriquecerse, al igual que los trabajadores deben velar por los intereses de la empresa, es un apoyo mutuo y necesario si todos se responsabilizan, ambas partes se necesitan por igual, por lo que no entiendo las continúas patadas de los empresarios al tobillo de los trabajadores, pero en el caso de los empresarios está más que demostrado que a la mayoría de ellos, sobre todo a sus dirigentes, les importa muy poco el bienestar de sus empleados, sin los cuales ellos no son nadie ni serían nunca nada.
Acabo recalcando que en este país hay muchos empresarios de vacas gordas y esto no conduce a nada positivo.