Durante mucho tiempo, me acosté temprano, comenzaba Proust su obra maestra, y yo la reutilizo, o la reciclo, que está más de moda, para comenzar este artículo, porque yo también me acostaba temprano, antes, no ahora, antes, cuando podía dormir.
Porque ahora las pesadillas se han apoderado de mí, y a cada noticia que leo, que escucho o que veo, pierdo un minuto más de sueño, y si la cosa sigue por estos derroteros me veo convirtiéndome en un insigne insomne, insigne por arrogante autoproclamación, nunca por aclamación popular.
Los sueños felices de prosperidad se han convertido ahora en tétricos sueños de profecías implacables con mi economía. Dónde antes veía crecimiento económico ahora viene el FMI y me lanza sus datos, sus cifras bien fundamentadas y me habla de una contracción económica del 3% y de un paro cercano al 20%.
Mi jubilación, que yo consideraba sería placentera, ahora ha tornado en un auténtico sin vivir, a una continua búsqueda de un plan de pensiones privado dónde meter mis inexistentes ahorros, porque me dicen que el Sistema de Pensiones Público se va a la quiebra, aunque Zapatero dice que no, y claro, ya no sé a quién creer, si a Zapatero o a los demás.
Cada vez que navego por Internet me afano en meterme en todos los anuncios que veo, no por interés, sino por solidaridad, porque no hago más que ver como los grandes buscadores, Google, Yahoo y MSN no hacen otra cosa más que despedir a sus empleados porque no les salen las cuentas, y todo porque hay menos publicidad, y claro, yo ayudo en lo que puedo, pero me sigue quitando el sueño, porque si ellos se quedan sin empleo ahora, puede que yo sea el siguiente.
Y descubro que la única forma de mantener el empleo es reduciendo el salario, o por lo menos eso dicen los fabricantes de coches, cuando yo siempre había pensado al revés, que a mejor salarios mayor competitividad, porque mejores trabajadores gestionarían la fabricación, pero, ya ves, ahora todo es al revés, yo estaba equivocado, y ahora estoy sin poder dormir.
Durante mucho tiempo, me acosté temprano, pero ahora no puedo, no paro de pensar, de sufrir y de añorar los tiempos de paz de hace unos años.
Imitaré a Proust y me tomaré una magdalena, a ver si concilio el sueño recordando mis tiempos de niñez.